El 2020 entró en vigencia el nuevo currículum para 3° y 4° medio, el cual presenta una serie de actualizaciones, tales como el desarrollo de habilidades para pensar, trabajar y vivir. Esta modificación se respalda en la Ley General de Educación, apuntando a la especialización según los intereses del estudiante (Honorato-Errázuriz, 2019).

Sin embargo, durante el primer semestre de ese año, el currículum obligatorio sufrió una priorización de contenidos debido a la pandemia y su consecuente confinamiento. Esta propuesta fue realizada con el fin de minimizar las dificultades que toda la comunidad educativa enfrentó por el efecto de la pandemia, considerando desde los niveles de Educación Parvularia hasta el Plan de Formación General para 3° y 4° medio, según lo planteado a través de la página web de ayudamineduc.cl sobre la Priorización curricular.

La medición de estos contenidos y su monitoreo se hace todos los años a través del Diagnóstico Integral de Aprendizajes (DIA) gestionado por la Agencia de Calidad de la Educación, en sus tres etapas, Diagnóstico, Intermedio y Evaluación de cierre. Los resultados del año académico 2020 (priorizado) fueron publicados en mayo del año 2021 y desafortunadamente, sus cifras no fueron alentadoras. La medición fue realizada en 6.943 colegios, lo que corresponde al 81% del total del país, según los datos entregados por el informe de la página web oficial del Ministerio de Educación.

Además, es importante considerar que, a pesar de que la labor docente contempla contenidos y el desarrollo de habilidades actitudinales, este último punto puede presentarse bastante complejo de ser medido si consideramos el tiempo que estuvimos en modo híbrido y/o en confinamiento. ¿Cómo podríamos medir el desarrollo de las habilidades sociales y el aprendizaje que se pueda generar a través del juego en los primeros años de escolaridad? La prueba DIA realiza una evaluación socioemocional, sin embargo, este resultado que pudiéramos obtener para el año 2023, ¿será una radiografía clave de este aspecto para tomar cartas en el asunto?

A través de las interacciones dinámicas entre pares, los niños y niñas en sus primeros años de escolaridad aprenden sobre “reglas sociales” y “acuerdan” normas que deben ser respetadas para un juego sano; sin embargo, fueron casi dos años que los estudiantes estuvieron en completo confinamiento. Además, debemos considerar que los estudiantes que cursaron prekínder y kínder en modo online o híbrido no tuvieron la oportunidad de compartir y/o conciliar normas de juegos simultáneos con sus pares, habilidades sociales que claramente se han visto afectadas. Ahora, ¿cómo podemos identificar estas dificultades que se han presentado? Lo podríamos visualizar a través de la rápida frustración ante alguna norma que a los niños les parezca injusta o simplemente cómo ellos conciben el mundo y las mismas interacciones entre sus pares y adultos.

Según el boletín de prensa publicado en febrero de este año en Colombia del Ministerio de Salud y Protección Social (Bautista, 2022) diversos estudios de especialistas en el área de salud tales como psicólogos, sociólogos y psiquiatras coinciden en la importancia de la interacción de los niños con los adultos durante el pasado confinamiento, los cuales rescatan lo esencial que pudo haber sido una comunicación basada en el afecto, el respeto y la escucha activa.

Además, es necesario mencionar las dificultades que los mismos cuidadores mayores de edad enfrentaron durante este periodo, el que visiblemente no estuvo exento de episodios complejos relacionados con el estado anímico, el estrés del encierro, la angustia ante la incertidumbre del panorama y la posible violencia doméstica vivida en los diferentes hogares.

Sin embargo, ahora que ya han pasado meses y ya termina el año escolar 2022, surge la inquietud sobre si los docentes han podido exitosamente contener y ayudar a los niños con sus dificultades conductuales, o más aún, si los docentes han tenido herramientas suficientes para apoyar a los estudiantes con sus dificultades. Asimismo, podría surgir una nueva inquietud ¿La comunidad educativa ha tenido el tiempo suficiente durante este año para analizar la conducta de nuestros niños por sobre el avance de los contenidos? La lista de preguntas podría ser interminable en este periodo de fin de año y de reflexiones pedagógicas.

Retomando el punto sobre el desarrollo de las diversas destrezas que los estudiantes debieran poseer al término de la colegiatura, estas deben ser trabajadas desde temprana edad a través de juegos, dinámicas y desafíos que apunten a ser resueltos en forma colaborativa. Sin embargo, para generalizar un poco sobre la visión educativa en los establecimientos educacionales, el énfasis sigue en los contenidos y en una posible nivelación para ‘normalizar’ el currículum obligatorio. Sin ir más lejos, hay colegios que quitaron la asignatura de inglés una vez terminado el modo híbrido en primer ciclo para priorizar lenguaje y matemáticas.

Considerando la reciente Actualización de la Priorización Curricular, publicada el 1° de diciembre en la página web oficial del Ministerio de Educación y la que contemplará desde el próximo año hasta el 2025, aún estamos en época de toma de decisiones. Sin embargo, lo esencial debe seguir siendo la salud mental de nuestros niños y jóvenes; una infancia y adolescencia con la oportunidad de vivir sus emociones, de ser escuchada y contenida, con el espacio de trabajar en forma colaborativa y con la oportunidad de detenerse a reflexionar sobre su propia realidad e intereses. Sin duda, estos aspectos los ayudarían aún más a lograr aprendizajes significativos y a desarrollar las esperadas habilidades del siglo XXI que no solo un ministerio espera de ellos para cuestiones de cifras, sino que toda una sociedad.

Constantemente cuestionamos que no gozamos de una plena salud mental, pero quizás también es tiempo de priorizar la de los niños, niñas y jóvenes en todos los ámbitos en los cuales ellos se puedan desarrollar.

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