Nuestro planeta, nuestra salud. Ese es el lema 2022 del Día Mundial de la Salud que cada año se conmemora el 7 de abril y que esta vez ha puesto el foco en impulsar que las personas, las comunidades, los gobiernos y las organizaciones a nivel global, compartan sus historias sobre las medidas que están adoptando para potenciar ambos aspectos tan relevantes para el presente y el futuro de la humanidad. Interesante enfoque que nos invita a reflexionar sobre cómo está Chile en ambas variables.

Por una parte, sabemos que deporte es sinónimo de bienestar y en eso estamos muy al debe. La Organización Mundial de la Salud recomienda hacer al menos 150 minutos de ejercicio moderado a la semana y, aún así, un amplio porcentaje de los chilenos no practica ningún tipo de deporte.

Así lo determinó un reciente estudio global de Ipsos, cuyos resultados indicaron que Chile es el cuarto, de un total de 29 países, que menos horas de actividad física realiza a la semana (3,7 horas), estando por debajo del promedio mundial (6,1 horas) y sólo superando a Italia, Japón y Brasil. Las consecuencias son múltiples y la más visible tal vez son las altas tasas de obesidad que nos sitúan como el segundo país más afectado por este problema. Según la OCDE, el 74% de nuestra población sufre de sobrepeso, superando incluso los niveles en Estados Unidos (71%).

En cuanto al cuidado del planeta, el panorama no es mucho más alentador, aunque si ha habido importantes e innegables avances. Adoptamos el compromiso de ser carbono neutrales al 2050 y eso requerirá la suma de muchas voluntades público y privadas para revertir escenarios negativos como las alta cantidad de contaminantes proveniente de la industria del transporte. De acuerdo con los últimos datos del Banco Mundial, las emisiones totales de Chile fueron alrededor de 112 millones de toneladas de dióxido de carbono, de los cuales el 25% se originaron en el sector de transporte, muy por sobre otras áreas como manufactura y construcción (14%).

¿Qué podemos hacer entonces? Más allá de esperar grandes cambios regulatorios o políticas que restrinjan y obliguen, un buen camino para impactar nuestro bienestar y el del medio ambiente es dejar a un lado el uso del automóvil y preferir una alternativa limpia y eficiente como es movernos en bicicleta. Incorporándola dentro de nuestra rutina son varios los efectos positivos que podemos conseguir, más aún considerando que las bicicletas eléctricas, con pedaleo asistido, eliminan el obstáculo de la distancia y la excesiva intensidad. En definitiva, podemos hacer deporte, evitar contaminar y tener una mejor calidad de vida, todo gracias a una sola medida.

Por cierto, debemos ayudar a que las personas tomen esa decisión y para eso es clave que existan variedades de modelos, para todas las necesidades y a distintos precios, y que en paralelo el Estado impulse la adquisición de estos vehículos, democratizando algo que aun está circunscrito a unos pocos. Nos gusta ser positivos y pensar que se está tomando cada vez más conciencia, tanto por parte del gobierno, como de las empresas y la ciudadanía. Si seguimos avanzando juntos, sin duda, podremos hacer realidad el lema de este Día Mundial de la Salud y recordar que nuestro bienestar está íntimamente relacionado al del lugar donde vivimos.

Miguel Corso, gerente general Völmark y director de la Asociación Chilena de Electromovilidad Liviana, ACHIEL.

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