El alza del precio del pan pone –literalmente- en la mesa el problema del carácter regresivo del
impuesto al Valor Agregado (IVA).

El pan es uno de los alimentos fundamentales entre los chilenos más vulnerables, y cada kilo de pan que adquieren tiene recargado un 19% de IVA. Todas las familias, pobres y ricas, compran pan, pero el impuesto constituye indudablemente una carga más pesada para quienes ganan menos, porque representa un mayor porcentaje de sus ingresos que para aquellos que tienen ingresos más altos.

Desde Adam Smith (La Riqueza de las Naciones) en adelante, se ha planteado como requisito fundamental del sistema tributario el que se estructure sobre la base de los principios de progresividad, esto es, que se grave con mayores tasas las rentas mas altas y con menores tasas las rentas mas bajas; y de equidad, es decir, que las personas que presenten una misma capacidad financiera o contributiva tengan igual carga tributaria.

El problema es que el sistema chileno tiene rasgos regresivos que, en vez de solucionarse, se han profundizado con las ultimas modificaciones legales que extienden el IVA a todos los servicios, como ocurrió con la ley para el financiamiento de la pensión garantizada universal.

La pesada carga que representa el IVA en la recaudación impositiva total (en promedio mas del 40% en los últimos años) trasluce el carácter regresivo del sistema tributario, situación que es
excepcional entre los países OCDE donde los impuestos a la renta y al patrimonio son los que constituyen la parte mayor de la recaudación fiscal.

La regresividad se produce en este caso porque las personas de bajos ingresos no tienen capacidad de ahorro y gastan todos sus ingresos mensuales en la adquisición de bienes elementales (comida, medicamentos, gas, suministros domiciliarios, etc.), todos afectos a IVA. Por consiguiente, este impuesto representa proporcionalmente una carga tributaria mayor para la población mas vulnerable que para las personas de mayores ingresos, quienes destinan una menor parte de sus ingresos a la adquisición de bienes y servicios elementales.

Para que no fuera regresivo, las familias de menor capacidad financiera tendrían que recibir transferencias del Estado mayores que lo que ellas pagan por concepto de IVA. Esas transferencias pueden consistir en dinero en efectivo, cupones para alimentos o remedios, subsidios, etc. Actualmente existen datos suficientes para adoptar medidas en beneficio directo de los mas vulnerables, frente a un escenario de regresividad impositiva estructural en materia de tributos al consumo y aumento de la inflación.

Esto enlaza con lo que nos parece que es el desafío de la reforma tributaria que viene, de lograr conjugar la necesidad de un aumento de la recaudación, pero con un sistema mas progresivo de impuestos, sin desincentivar la inversión para el desarrollo.

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