Perder Cerro Ventarrones echaría para atrás más de diez años de trabajo y planeación.
En 2017, bajo la primera administración de Donald Trump, Estados Unidos anunció el fin de una era de colaboración con sus principales rivales, China y Rusia, y dio inicio a la fase de la competencia.
Con este cambio en su estrategia de seguridad, el mundo entró oficialmente en el momentum de la Great Power Competition (Español: Competencia de Grandes Poderes). La real politik y el hard power volvieron a asumir un rol protagónico en las relaciones internacionales.
Con este cambio de paradigma, los principios de las relaciones internacionales volvían, con una menor dimensión, a los parámetros del siglo XIX y de principios del siglo XX, en donde los estados competían entre sí.
Proyecto Cerro Ventarrones: la disputa llega a la ciencia
Con la llegada de Trump, esta disputa tuvo una inyección de esteroides que ha disparado las tensiones de una manera exponencial, con aranceles a la orden del día, en muchos sectores de la economía, incluido manufacturas y bienes agrícolas. Ahora, esta disputa se traslada a la ciencia y afecta a la región de manera directa.
Desde hace un par de semanas, se habla en Chile de la potencial cancelación de un proyecto astronómico en conjunto con China, el proyecto Observatorio Cerro Ventarrones. La iniciativa pretende instalar un complejo científico en el desierto de Atacama, una de las mejores zonas para observar fenómenos espaciales debido a sus condiciones secas y 300 noches despejadas por año.
En el desierto se encuentra ALMA, el radiotelescopio más potente del mundo, que es administrado por el Observatorio Europeo Austral (ESO por sus siglas en inglés), y muchos otros sitios que son co-administrados con instituciones extranjeras. Si algo caracteriza a la ciencia astronómica y espacial, es la facilidad que tiene para traer y unir a la comunidad científica, sin reparo de su nacionalidad o tensiones geopolíticas.
Los rumores iniciaron cuando algunos medios aseguraron que el gobierno de Estados Unidos le había advertido a la administración de Gabriel Boric que un observatorio en donde los chinos están involucrados podía traer riesgos de seguridad para el país anfitrión y, claramente, para Estados Unidos. Esto debido a que sus instalaciones podrían servirle a China para aumentar sus capacidades militares. El gobierno respondió diciendo que el proyecto estaba siendo analizado jurídicamente para comprobar que cumpliera con los requisitos legales y que no afectara aspectos estratégicos del país.
Pero que la tensión se traslade al área científica no sorprende. La gran consultora británica Deloitte advirtió en su reporte de inicio de año que la competencia geopolítica se iba a ver reflejada con gran fuerza a la arena espacial y astronómica en 2025. Esto está generado por la actual carrera que tienen las grandes potencias por mejorar su tecnología, por incrementar sus capacidades balísticas y por potenciar su apresto operacional espacial.
También es necesario decir que hay cierto fundamento en temer que una potencia rival haga uso de la ciencia, y especialmente la astrofísica, para fines militares. El famoso Neil deGrasse Tyson junto Avis Lang argumentaban en un libro de 2018 que la relación entre ambas áreas es mucho más cercana de lo que se cree, con inventos y creaciones yendo de un lado para otro.
Una alerta para la comunidad científica en América Latina
Argentina también ha tenido que lidiar con esta tensión en los últimos años, desde que un radiotelescopio administrado por China fue instalado en la provincia de Neuquén, la Estación del Espacio Lejano. Estados Unidos presionó tanto al gobierno de Javier Milei que tuvo que ordenar una visita a la base con el fin de corroborar que no hubiera presencia del Ejército de Liberación Popular en las instalaciones. Después de la visita la cosa ha estado más calmada, pero el foco de tensión está latente.
Las consecuencias de esta tensión política en la cooperación científica pueden sentirse con mucha más profundidad en América Latina, una región que tiene que lidiar con falta de capital, rezago tecnológico, poca inversión en Investigación y Desarrollo, y cuyas iniciativas dependen de la cooperación internacional porque los recursos acá son, vaya sorpresa, muy escasos. Chile es uno de los pocos casos exitosos donde dicha cooperación ha permitido la instalación de grandes telescopios, y perder Cerro Ventarrones echaría para atrás más de diez años de trabajo y planeación.
Si bien no será el observatorio más avanzado o de vanguardia de los instalados en la región, su potencial cancelación sentaría una primera alerta para la comunidad científica en América Latina, que seguro se lo pensará dos veces antes de promover cualquier acercamiento o cooperación con científicos chinos por temor a represalias de los Estados Unidos, por fundadas o no que sean sus razones.
Por Luis Eduardo Gutiérrez Rojas
Analista Senior de Inteligencia de América Latina
Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad San Buenaventura de Cali, Colombia