La economía nacional está estancada y el modelo de desarrollo vigente sigue sin encontrar soluciones que vayan al fondo del asunto. La persistencia de este problema al pasar los años demuestra que se requieren enfoques distintos.

Descentralizar las respuestas podría ser un paso audaz. El centralismo económico y político que padecen las regiones, pese a sus grandes potenciales, capacidades y riquezas, asfixia cualquier posibilidad de desarrollo y bienestar para sus habitantes. Actúa como un verdadero tutelaje a la creatividad, la innovación y la autonomía regional.

Tratándose de la región de Valparaíso, esto resulta evidente. El atraso económico y social resulta inexplicable si consideramos que contamos como el sistema portuario más importante del país. El puerto terrestre de Los Andes, los puertos públicos de San Antonio y Valparaíso, y el puerto privado de Ventanas mueven un impresionante 70% de la economía nacional.

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Las oportunidades de Valparaíso y sus puertos

Al ser LA región portuaria del país tenemos una oportunidad que no debemos seguir dejando pasar: ser la punta de lanza de un nuevo ciclo social y económico nacional.

Para eso se requiere que entendamos de una buena vez varias cosas:

Que los puertos son la llave para una economía nacional dinámica y pujante y, por tanto, su crecimiento resulta indispensable y que en este registro los puertos de la región de Valparaíso son insustituibles.

Que el sistema portuario regional debe funcionar como tal, como un verdadero sistema, articulado y coordinado, en torno a una estrategia común. Menos competencia y más colaboración. Esa estrategia común debe jalonar la economía nacional, consolidando a los cuatro puertos antes mencionados como las verdaderas “Puertas de Babilona” del país en los próximos 50 años.

Y también debe jalonar la economía regional y las múltiples economías locales, hoy olvidadas, depreciadas y precarizadas, a partir de una nueva relación más solidaria y colaborativa con ellas que permita su resurgimiento. Esta articulación es una de las claves para avanzar en mayores grados de bienestar para miles de familias en nuestra región.

No hay que esperar al centralismo capitalino para poder actuar. Las fuerzas económicas, sociales, políticas de la región de Valparaíso y de sus comunas tenemos que tomar la iniciativa y sentarnos a la mesa a construir propuestas comunes. Una experiencia en ese sentido fue el Acuerdo por Valparaíso, aunque puede haber otras.

La falta de consciencia de los poderes nacionales de la urgencia de estos temas es temeraria. En los últimos cuatro años deberíamos haber estado discutiendo una nueva ley de puerto que entre otras cosas permita la existencia de autoridades portuarias regionales, la priorización de la inversión portuaria y logística pública y privada o el aporte económico de los puertos para el desarrollo de los territorios donde se emplazan.

No lo sigamos postergando.