Entender la complejidad dentro de las que se desenvuelve la política venezolana, constituyen una tarea relevante para América Latina, que desde hace años opera como válvula de ajuste de la crisis que atraviesa ese país.

El gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana se comprometieron en octubre del año pasado a encauzar la ruta institucional acordada en México 2021. Sin embargo, la inhabilitación de la candidatura presidencial de María Corina Machado, el endurecimiento de la persecución contra la disidencia, la expulsión de la oficina de la ONU/DD.HH. de Caracas, y la decisión de apresurar el calendario electoral, retratan las contradictorias miradas que cohabitan al interior del chavismo respecto del futuro político en ese país.

La voluntad de algunos de avanzar hacia una normalización de un país demolido por una crisis multi causal, se ve neutralizado y desalentado luego ante la inseguridad e incertidumbre que les provoca ese futuro alejado del poder.

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El régimen venezolano da pasos en falso en el orden internacional

Un reciente fallo de la Corte Penal Internacional rechazó una impugnación del régimen de Maduro y dio luz verde a su Fiscalía para continuar con la causa que investiga los crímenes cometidos en ese país.

Comienza ahora una etapa crucial, con la formulación de cargos y la citación de sus presuntos responsables. Del mismo modo, luego vencerá el plazo para que Caracas presente su contramemoria ante la Corte Internacional de Justicia, por la disputa con Guyana por la soberanía de un vasto territorio en el Esequibo.

La Corte tendrá que pronunciarse sobre la nulidad o validez de un Laudo Arbitral de 1899, y eventualmente fijará la frontera terrestre entre ambos países. Seguramente Caracas no presentará papeles, en una disputa que proyecta soberanía sobre una plataforma rica en petróleo y que definirá si es o no un país atlántico.

Lo grave es que, teniendo buenas probabilidades de invalidar el Laudo Arbitral, Maduro ha optado por sustraer a Venezuela del caso.

Nicolás Maduro y un retroceso en derechos políticos y civiles

Maduro está convencido que su imagen internacional está perdida y ve a una comunidad internacional atacándolo y reponiendo las sanciones. De ser así, se volverá al 2018, con los derechos políticos y civiles en su mínima expresión, una economía derrumbada con hiperinflación, y una masa de millones de venezolanos migrantes repartidos por el continente.

Tal vez la ecuación más compleja, pero al mismo tiempo la más viable para la oposición venezolana, sea asumir que, en un escenario de elecciones limpias, la candidatura de Maduro no sólo no es competitiva contra María Corina Machado, sino que también contra cualquier otro candidato o candidata de la oposición.

Chile y la oposición venezolana

Ante ello, la diplomacia chilena debe apoyar los esfuerzos que realiza la oposición venezolana (incluidos algunos sectores del chavismo) para no quedar atrapada en este camino que el régimen tapiza de escombros, con el fin de sembrar la desesperanza y el pesimismo.

Al mismo tiempo, nuestra diplomacia debe evitar descuidos, como el acuerdo de cooperación de policías celebrado recientemente en Caracas, y apostar con fuerza a la vía institucional acordada. De fracasar el proceso, puede que una nueva migración se incremente, no sólo con destino a Chile.