Hasta el cierre de esta columna el Senapred mantenía a la ciudad de Antofagasta bajo emergencia comunal debido a la interrupción del suministro de agua potable para 66 mil hogares. La empresa sanitaria comenzó la entrega de agua en camiones aljibes y puntos de reparto, mientras la Seremi de Salud declaraba a la ciudad como Zona de Riesgo Sanitario.

Abastecerse de agua potable traída en camiones no es novedad. En nuestro país, 383 mil hogares rurales viven esta realidad a diario. Lo que ocurre en Antofagasta es grave, pero vivir los 365 días del año en esas condiciones lo es tanto o más.

¿Cómo va a ser sostenible que más del 15% de esos hogares se abastezcan de agua mediante camiones aljibe? Imagine las miles de toneladas de CO2 que emiten esos camiones recorriendo los territorios. ¿Es razonable que las municipalidades y los gobiernos regionales se desangren financieramente para hacer frente a esta necesidad básica? No, no es razonable.

Chile está en el lugar 18, liderando la lista de los países con “alto estrés”, en los que, en promedio, un 40% del agua total disponible es extraída anualmente. La configuración geográfica lo hace vulnerable a la escasez hídrica, debido principalmente a que un 70% de la población reside en la zona de menor disponibilidad de agua.

Según Fundación Chile, la totalidad de los glaciares estudiados están en retroceso por el aumento de temperatura, mientras 110 acuíferos se encuentran actualmente con una demanda comprometida superior a su recarga.

Preocupantes cifras de escasez hídrica

No se trata de un problema exclusivo de nuestro país. Según la ONU, 2.100 millones de personas aún viven sin agua potable en el mundo, pero en este rincón del planeta las cosas se están poniendo aún más feas.

Nunca antes en Chile habíamos sufrido una condición de escasez hídrica que afecta a más del 76% del territorio. Y las proyecciones son preocupantes: somos uno de los 30 países con el mayor riesgo hídrico al 2025, y será el único de Latinoamérica con estrés hídrico extremadamente alto al 2040.

Otra mala noticia: No se espera que en el largo plazo se acabe la sequía.

La emergencia vivida en Antofagasta nos golpea con fuerza y nos permite tomar conciencia de la necesidad de abordar el tema de la escasez hídrica de forma integral y coordinada.

Para abordar el desafío se requiere de la participación y del aporte multisectorial, con foco territorial, para generar políticas públicas y una nueva institucionalidad para así promover una efectiva gestión y gobernanza de los recursos hídricos. Según la OCDE, las crisis del agua suelen ser crisis de gobernanzas.

La tarea es enorme, pero en la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático ya estamos trabajando para apoyar a los gobiernos locales en este desafío.

Así, gracias a recursos del Gobierno Regional Metropolitano, estamos trabajando para que 30 comunas cuenten con Estrategias Hídricas Locales. Pronto esperamos sumar a la Región del Ñuble y la de Atacama.

Pondremos en marcha Acuerdos de Producción Limpia que apoyen la implementación de las estrategias y finalmente crear un fondo concursable para financiar la transformación tecnológica de los territorios y empresas con proyectos emblemáticos.

Mientras los problemas de Antofagasta son solucionados, no debemos olvidar a las miles de familias que han hecho de la falta de agua una pelea diaria, que hasta ahora no tiene una pronta solución.