Una profunda molestia existe entre los familiares de los fallecidos en el accidente aéreo ocurrido en el tramo entre Isla Mocha y Tirúa, quienes exigen a las autoridades medidas de seguridad definitivas en el Aeródromo Lequecahue, donde se estrelló el Cessna 172, a pocos metros de la pista.

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Eugenio Moya perdió a su hermano Franklin, de 57 años de edad, y responsabilizó al dueño de la avioneta, Juan Carlos Paul, por presuntamente obligar al joven piloto -quien también falleció- a volar a pesar de la lluvia y el fuerte viento.

Moya aseguró que el hombre venía atrás del monomotor siniestrado, en otra aeronave.

Esta persona agregó que la barcaza que se piensa instalar para el tramo marítimo -alternativa para la ruta aérea- no cumple con los requisitos, porque indicó que sus apenas 40 toneladas la hacen vulnerable al oleaje implacable de la isla. Si nada se hace, los muertos seguirán sumándose, afirmó.

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El cuerpo de su hermano y el de Gilberto Varela Guzmán, de 67 años, fueron entregados en la Unidad Básica Forense del Hospital de Cañete y llevados a la isla, uno vía aérea y el otro en una patrullera de la Armada.

Mientras que en Concepción ocurrió lo mismo con los restos de Leticia Guzmán, de 85 años, y de Boris Schulz, de 28, el piloto.

El fiscal subrogante de Cañete, Marco Ortega, lideró los peritajes al destruido Cessna 172, que quedó con la punta enterrada en un montículo, pasados 150 metros de la pista de aterrizaje. Ortega supervisó el trabajo de personal de la Dirección General de Aeronáutica Civil.

Recordemos que el avión se estrelló cuando, luego de girar, pretendía retomar la pista, tras fracasar en un primer intento de aterrizaje, en medio de un fuerte viento y una lluvia persistente.