El expresidente Sebastián Piñera reiteró que su segunda administración fue víctima de un "golpe de Estado no tradicional" y aseguró que la izquierda -en ese momento oposición- "apoyó y justificó la violencia", además "buscó formas" para derrocarlo. Asimismo, explicó su polémica frase "estamos en guerra contra un enemigo poderoso".

Durante la semana pasada, desde Argentina, el expresidente Sebastián Piñera aseguró que su Gobierno sufrió un “golpe de Estado no tradicional”, en el que estaban dispuestos a “destruirlo y quemarlo todo”.

Esta vez, reiteró el punto en una entrevista con el diario español ABC, agregando que -durante el estallido social- “se generó una ola irracional de violencia criminal que no respetó a nada ni a nadie”.

“La consigna era quemarlo todo, cosas tan nobles como escuelas, hospitales, iglesias, el Metro de Santiago”, dijo. Además, aseguró que la izquierda “no tuvo una posición de clara condena de la violencia”.

La explicación de Piñera por el “golpe de Estado no tradicional” y “enemigo peligroso”

Por el contrario, a juicio del exmandatario, la en ese entonces oposición “fue ambigua, la toleró, la apoyó, la justificó e incluso buscó formas de derrocar a un Presidente que había sido elegido democráticamente”.

“Por eso yo hablé de un intento de golpe de Estado no tradicional porque no tenía nada que ver con los golpes habituales en América Latina (…) hubo una reacción social legítima. Pero también una actitud ambigua ante la violencia y la democracia”, explicó Piñera.

A continuación, agregó que el 19 de octubre “el líder del Partido Comunista pedía la renuncia del presidente de la República y el Congreso rindió homenaje a la llamada ‘primera línea’ que eran los activistas que quemaban los bienes públicos y privados, y se presentaron acusaciones constitucionales”.

Por lo anterior, comentó, “la democracia estuvo en grave riesgo” y “hubo un riesgo inminente de que tomaran el Palacio de La Moneda, que era el objetivo que persiguieron permanentemente durante esos días, junto con quemar otros edificios emblemáticos”.

Consultado sobre la frase “estamos en guerra contra un enemigo poderoso” que dijo en la instancia, el expresidente aclaró que no era una guerra contra el pueblo de Chile.

Por el contrario, era “contra la violencia criminal (…) por eso yo siempre distinguí entre las legítimas manifestaciones pacíficas, propias de la democracia, y esa ola de violencia irracional absolutamente condenable”.