“Nunca quise estar en medio del dolor de la familia de Narumi. Nunca quise estar en medio del dolor de mi pobre familia, en medio de mi propio dolor. No soy quien me gustaría, pero no soy un asesino. No soy el asesino de Narumi”, dijo el chileno en francés a horas de saber si la justicia gala lo condena o lo absuelve. En este caso, Nicolás Zepeda arriesga cadena perpetua.

Este martes Nicolás Zepeda conocerá el veredicto de la justicia francesa en el caso de la muerte y desaparición de la estudiante japonesa Narumi Kurosaki, donde la Fiscalía gala espera que sea encontrado culpable y condenado a cadena perpetua.

Hoy el tribunal de Besanzón le concedió una última oportunidad al chileno para dirigirse tanto a la sala como al jurado.

Zepeda tomó la oportunidad y lo hizo en francés, por primera vez en todo el proceso.

“Nunca quise estar en medio del dolor de la familia de Narumi”, partió, de acuerdo a L’Est Républicain.

“Nunca quise estar en medio del dolor de mi pobre familia, en medio de mi propio dolor”, añadió.

“No soy quien me gustaría, pero no soy un asesino. No soy el asesino de Narumi”, cerró.

Desde que comenzó el caso, e incluso hasta esta misma jornada, las autoridades no han podido dar con los restos de Narumi.

Por ello, ayer, la Fiscalía francesa indicó que, a su juicio, el cuerpo de la japonesa podría haber terminado en el río Doubs, aguas abajo de la presa de Crissey.

Tras eso, el órgano persecutor le pidió al jurado “pronunciar una sentencia que proteja a la sociedad de este individuo”.

Pero Zepeda y su defensa insisten en la inocencia, aunque las pruebas lo complican.

Luego de la última vez que se vio con vida a Narumi, a quien se le escuchó gritar en el dormitorio de su residencia estudiantil, el chileno compró cinco litros de combustible, fósforos, arrendó un auto que devolvió lleno de barro y se paseó por zonas boscosas.