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Jade Wright tenía sólo 16 años cuando comenzaron sus problemas alimenticios. En aquel entonces la adolescente encontraba que su peso era excesivo y comenzó a hacer dietas para “remediarlo”. Sin embargo, eso no fue suficiente para ella, motivo por el que decidió dejar de comer.

“Cuando vi que mis caderas se enanchaban, comencé a odiarlas”, cuenta al portal británico Daily Mail como la primera razón que impulsó su trastorno alimenticio. “Es ahí cuando empecé a restringir mi comida hasta el punto que ya ni siquiera comía ni tenía hambre”, relata.

Jade Wright
Jade Wright
Jade Wright
Jade Wright

“Miraba la comida y sólo pensaba en la culpa y en lo gorda que iba a ser si me la comía. Disfrutaba del tiempo que pasaba sin comer”, recuerda la joven que llegó a pesar tan sólo 36 kilos.

Ante el dolor estomacal que le producía el tener el estómago vacío, Jade decidió empezar a beber té verde. “Quería asegurarme de tener algún tipo de líquido así que tomé té verde. Sentía que el agua me engordaba”, señala.

Depresión y trastornos intestinales

Según cuenta la joven, antes de sufrir anorexia, ella amaba la comida. Sin embargo, una enfermedad intestinal le hizo relacionar la comida con el dolor. Pero esto no fue el único motivo que impulsó la enfermedad de Jade: ella además sufría depresión.

“Me autolesionaba con objeto de castigarme”, recuerda. Jade reconoce que cada vez que tenía episodios depresivos caía nuevamente en la anorexia y así, como un ciclo vicioso.

Bastó sólo un año para que la adolescente fuese hospitalizada por su condición. Con 17 años, Jade fue diagnosticada de anorexia y pasó largas jornadas hospitalarias intentando recuperar sus fuerzas ante la enfermedad.

“Recuerdo lo miserable y horrible que era, no quería estar viva y la constante preocupación por la comida y el peso me agotaba”, confiesa la joven que fue hospitalizada más de 20 veces por la misma razón. “No tenía vida, era un cadáver ambulante”, dice.

Jade Wright
Jade Wright

Tras 5 años siendo hospitalizada una y otra vez, a los 21 años su familia decidió internarla. “Me internaron durante dos meses y recuperé 11 kilos. Sabía que lo necesitaba, que no quería llegar a esta etapa de mi vida de esta manera”, relata.

Elegir superar su trastorno alimentario fue un desafío, pero la parte más difícil fue ver a otros adultos en su sala luchando por recuperarse.

“Fue un momento muy angustiante, ya que las salas de adultos son más temibles, estás con adultos que han vivido con trastornos de la alimentación y que no quieren mejorar”, admite. “Fue difícil estar allí y tratar de luchar. Estuve con chicas que todavía creo que morirán de esta enfermedad”, relata.

De la anorexia a la recuperación

Tal como relata en el portal, Jade finalmente encontró la fuerza para recuperarse en el apoyo de sus seres queridos. “Quería mejorar para mi familia, para mi madre”, reconoce Jade.

“Ella era mi mejor amiga y había intentado tanto ayudarme durante años, nunca se rindió y no quería volver a molestarla”, cuenta y admite que quería sentirse como “un adulto normal”.

Desde ese punto en adelante, Jade ha luchado por superar su enfermedad. Actualmente tiene 23 años y si bien reconoce que “aún tiene un largo camino por recorrer” está decidida a recuperarse por completo.

Jade Wright
Jade Wright

Según cuenta, hoy tiene una relación más saludable con la comida y dejó totalmente atrás a la adolescente que sólo tomaba té verde. “Estoy comiendo y estoy feliz”, relata.

“Aunque me es difícil recordarme a mí misma que no estoy gorda, recuerdo que estoy sana y viva, y cualquier día de recuperación es mejor que un día sumergida en la anorexia”, reconoce.

Jade señala que pretende a ayudar a otros jóvenes con su historia. “Mi consejo es que tienes que comer, no hay forma de recuperarse de un trastorno alimentario sin comida”, afirma.

“No le hagas caso a la voz que te dice ‘no comas’. Haz todo lo contrario”, cuenta desde su experiencia y finaliza: “Un trastorno alimentario no se preocupa por ti, te dejará morir, sé más fuerte que él”.