Los restos de unas 700 ballenas que vararon en una playa de Nueva Zelanda podrían explotar, producto del gas interno que genera el estado de descomposición, lo que tiene en alerta a las autoridades y trabajando en la limpieza del borde costero.

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Los restos de los animales marinos están en Farewell Spit, en el extremo norte de la isla del Sur. La playa de encuentra cerrada por riesgo sanitario.

Este cordón litoral de más de 26 km atrapa -por razones desconocidas- a los animales marinos al perturbar su capacidad de navegación.

AFP PHOTO / Marty MELVILLE
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Los cadáveres de más de 300 ballenas serán transportados en camiones hasta una parte inaccesible al público de un parque nacional, donde la naturaleza completará el proceso de descomposición, explicó el servicio neozelandés de protección del medioambiente. Sin embargo, “el proceso es lento y los minutos pasan”.

Cadáveres de dos toneladas

AFP PHOTO / Marty MELVILLE
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Comúnmente llamadas ballenas piloto o calderones, se trata en realidad de globicéfalos, una especie de cetáceos con dientes de la familia de los delfínidos. Pueden pesar dos toneladas, llegan a medir hasta seis metros de largo y son la especie más común en Nueva Zelanda.

“La operación representa un desafío logístico”, dijo Herb Christophers, portavoz del servicio de medioambiente.

“He visto cómo explotaban, no es agradable de ver”, añadió Christophers.

“Están siendo desplazadas, pero queda mucho para que la playa esté limpia”, explicó a la AFP, agregando que “el simple hecho de llevárselas de la playa durará varios días”.

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Empleados del servicio realizaban orificios en los cadáveres antes de retirarlos para prevenir posibles explosiones causadas por el gas de descomposición.

Los 700 cetáceos quedaron encallados el viernes y el sábado en Farewell Spit. Cerca del 75% de ballenas del primer grupo de 415 individuos murieron. Los equipos de urgencia lograron en cambio salvar a unos 250 cetáceos del segundo grupo.