El presidente iraquí puso el jueves su dimisión sobre la mesa explicando que se niega a proponer al parlamento el nombre del candidato del bando pro-iraní para el puesto de primer ministro, agravando un poco más la crisis política en el país.
Diciéndose garante de la “integridad” y la “independencia” del país, Barham Saleh -un kurdo proveniente de un partido tradicionalmente cercano al vecino iraní, pero que desde el inicio de la protesta social resiste a los abucheos de la calle- envió una carta al parlamento.
El presidente dijo que estaba “dispuesto a dimitir” ya que, considera, la Constitución le obliga a proponer al parlamento el candidato de la “mayor coalición” en el parlamento. Ese título está en este momento en manos del grupo liderado por los paramilitares pro-Irán, aunque está en disputa con otras fuerzas.
“El presidente no tiene el derecho constitucional de oponerse (…) así que anuncio aquí que estoy dispuesto a dimitir ante el parlamento”, afirma Saleh en la carta.
Desde que el primer ministro Adel Abdel Mahdi dimitió a finales de noviembre, tras haber sido abandonado por el gran ayatolá Ali Sistani, figura tutelar de la política iraquí, los pro-Irán presionaban para que el ministro dimisionario de Enseñanza Superior lo reemplazara.
Al no ser capaces de imponérselo a Saleh, quien señaló que su designación alimentaría aún más la cólera de las calles, ahora tienen un nuevo candidato.
Sistani, por su parte, adelantó este jueves que no tratará la situación política en su sermón del viernes. Desde hace tres meses ha preferido mantener distancias con los políticos tras la revuelta inédita en el país cuyo saldo es por ahora de casi 460 muertos y 25.000 heridos, y aseguró que no desempeñara ningún rol en la designación del nuevo primer ministro.
Los manifestantes rechazan a los políticos que emergen de la actual clase dirigente y piden líderes independientes, de preferencia tecnócratas que no hayan participado en un ningún gobierno desde 2003, cuando fue derrocado el dictador Sadam Husein tras una ofensiva militar estadounidense.
Desde principios de octubre reclaman en la calle una reforma total del sistema de repartición de los puestos en función de las etnias y las confesiones, y la renovación de la clase política.