Irmgard Furchner fue condenada en juicios por sus crímenes nazis, específicamente por su trabajo como secretaria en el campo de concentración de Stutthof. Luisa von Richthofen, presente en el juicio, opina que, a pesar de lo indulgente de la condena, se hizo justicia.

No es un día como cualquiera en la pequeña y tranquila ciudad de Itzehoe, ya que allí se llevaron a cabo diferentes juicios por crímenes nazi. Allí el tribunal emitió su veredicto en uno de los últimos juicios contra el régimen.

Irmgard Furchner, de 97 años, fue condenada a una pena de dos años de prisión en libertad condicional. La acusación: haber sido cómplice del asesinato de más de 10.505 personas.

En su juventud, Irmgard Furchner fue mecanógrafa en el campo de concentración nazi alemán de Stutthof, en territorio polaco.

Como secretaria del comandante del campo, ayudó a garantizar que la maquinaria asesina funcionara sin problemas. Ahora tuvo que responder por eso.

“Para mí, el veredicto es histórico”, agrega.

Uno de los últimos juicios por crímenes nazi

Eso tiene que ver con que Irmgard Furchner es uno de los últimos eslabones de una larga cadena de perpetradores y colaboradores de los asesinatos en masa de judíos europeos que estuvo en el banquillo de los acusados, ante el tribunal.

Ella es también la primera empleada civil (es decir, que no era miembro de las SS nazis) contra quien se lleva a cabo un proceso penal.

De este modo, la Justicia alemana muestra por fin claramente que todos y cada uno de los o las que participaron en el funcionamiento del sistema de campos de concentración del régimen nazi alemán deben hacerse cargo de ello.

En segundo lugar, a través de este veredicto se da a conocer más sobre Stutthof.

Este tipo de juicios siempre implican amplias investigaciones.

En los casi 14 meses desde el comienzo del proceso, las actas aumentaron significativamente. 14 testigos, hombres y mujeres, declararon, ocho de ellos sobrevivientes de ese campo de concentración.

Algunos de ellos contaron por primera vez sus historias ante la opinión pública. No se trata de un papeleo jurídico; son revelaciones y testimonios históricos.

Importante para los descendientes de las víctimas

En tercer lugar, este proceso puede tener un efecto sanador, especialmente para los familiares y descendientes de las víctimas.

Aquí, ante un tribunal alemán, se reconocen sus sufrimientos y terribles experiencias en el campo de concentración.

Algunos han tenido que esperar toda su vida para esto. Me hablaron personalmente del dolor y las dudas que los atormentaron durante años, al punto de que ya no sabían si el horror de los campos de concentración había sido un mal sueño.

Eso ahora llegó a su fin, afortunadamente.

Finalmente, tal vez haya esperanza de que esta señal sea también un llamado de atención y una advertencia global de que los perpetradores de Bucha (Ucrania), Mai Kadra (Etiopía) o Alepo (Siria) ya no pueden moverse impunemente por el mundo.

Muchos interrogantes abiertos

Al conversar con los testigos percibí a menudo sus dudas, que comparto hasta cierto punto. Las preguntas se multiplican.

¿Por qué este juicio se realiza ahora, después de 78 años?

¿Por qué incluso las últimas investigaciones contra Irmgard Furchner tardaron cuatro años?

¿Qué hace que una exsecretaria sea un símbolo de los asesinatos sistemáticos del régimen nazi?

¿Por qué arrastrar a una anciana hacia el foco de la opinión pública mundial mientras un perpetrador real, como su jefe, el comandante del campo Paul Werner Hoppe, salió de prisión después de tres años?.

A partir de entonces, como muchos otros criminales nazis, Hoppe vivió una vida tranquila en la nueva República Federal.

Usted puede y debe hacerse estas preguntas.

En general, tengo la sensación de que se hizo justicia con este veredicto bastante moderado. Y a pesar de todas las dudas, eso es una luz de esperanza en estos días oscuros.