La adolescente Mila, de 16 años, y su familia, están siendo protegidos por un dispositivo especial de la gendarmería francesa. El caso de la adolescente ha reabierto el siempre espinoso asunto de la laicidad, el encaje del islam y la libertad de expresión en Francia.

Coincidiendo con toda la controversia, un sondeo muestra que los franceses aparecen divididos al 50% entre los que piensan que debe ser absolutamente libre el derecho de criticar a una religión y los que no.

Lo ha confirmado el ministro de Interior francés, Christophe Castaner. La adolescente Mila, de 16 años, y su familia, están siendo protegidos por un dispositivo especial de la gendarmería francesa. ¿La razón? Su propio derecho a blasfemar. El caso de esta adolescente de Lyon ha reabierto el siempre espinoso asunto de la laicidad, el encaje del islam y la libertad de expresión en Francia.

“Desde el pasado 22 de enero, cuando hubo este odio en redes sociales contra ella, la gendarmería la protege gracias a una vigilancia reforzada”, ha dicho el titular de Interior.

“En el Corán solo hay odio, el Islam es una mierda”, escribió la joven Mila en su Instagram el pasado 19 de enero. A partir de ahí le llovieron los insultos y amenazas de muerte, algunos vinculados a la condición de lesbiana que ella misma ha hecho pública en redes sociales: “puta tortillera” o “sabemos donde vives y vas a morir”, es lo más “suave” que algunos mensajes le han hecho llegar.

El caso ha saltado de las redes sociales a los medios tomando una dimensión política y judicial con varias controversias paralelas que han ido configurando del caso Mila un auténtico asunto de Estado en Francia. La indignación explotó cuando la semana pasada se supo que había dos investigaciones abiertas, una por amenazas de muerte y otra, contra la propia joven, por “incitación al odio debido a la pertenencia a una religión”.

Esta segunda fue archivada poco después en medio de una ola de críticas. Fue un juez del tribunal de Vienne (departamento de Isère) quien estudió encausar a Mila por un posible delito de blasfemia. A esto se sumó la senadora socialista Laurence Rossignol quien había pedido la intervención judicial considerando que, en Francia, está “prohibido insultar a los adeptos de una religión”.

Kristeligt Dagblad
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La ministra de Justicia, Nicole Belloubet, consideró, sin embargo, que “en una democracia, las amenazas de muerte son inaceptables”. En medio del debate, el presidente del partido conservador, Los Republicanos, Christian Jacob reclamó a Macron una “conciencia” sobre el secularismo, valor “pisoteado constantemente en nuestro país”.

El caso ha provocado un aluvión de reacciones a favor y en contra de Mila, con algunas figuras políticas tomando partido. El Delegado General del Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM), Abdallah Zekri, sostuvo: “Ella se lo buscó, que lo asuma. Sus dichos, sus insultos, no puedo aceptarlos”.

Los franceses y el derecho a blasfemar

Coincidiendo con toda la controversia arrastrada por el caso Mila, un sondeo muestra que los franceses no lo tienen claro. Aparecen divididos al 50% entre los que piensan que debe ser absolutamente libre el derecho de criticar a una religión y los que no. La encuesta, realizada por el instituto Ifop, aparece justo 15 días después de que estallara el caso de la adolescente Mila. A la pregunta: “¿Es usted partidario del derecho a criticar un símbolo o dogma religioso aunque fuese de forma impertinente o vulgar?” Un 21% se muestra “completamente favorale” y un 29% “más bien favorable”. Sin embargo, del otro lado, aparece un 33% “más bien desafavorable” y un 17% “completamente desfavorable”.

En el mismo sondeo se puede leer que un 53% se muestran favorables al slogan #JeSuisMila aparecido en las redes sociales en apoyo a la adolescente, ahora protegida.