El ministerio de Cultura francés anunció la prohibición de exportar “El Cristo burlado”, un cuadro del siglo XIII del pintor italiano Cimabue, vendido en una subasta por más de 24 millones de euros, a coleccionistas chilenos.

El cuadro “El Cristo burlado” de Cimabue (1240-1302) fue hallado por azar en una mudanza en una casa de una anciana en Compiègne, al noreste de París. Su propietaria, que había colgado el cuadro entre la cocina y el salón, pensaba que se trataba de un simple ícono, cuyo origen desconocía.

Sim embargo, la pintura, hecha con huevo y un fondo dorado sobre una madera de álamo, resultó ser una obra extraordinaria de Ceno Di Pepo, llamado Cimabue, de quien se conoce únicamente 11 trabajos, de los cuales ninguno lleva su firma.

“El Cristo burlado” formaría parte de un díptico de 1280 en el que ocho paneles de tamaño similar (25,8cm x 20,3 cm) representaban la Pasión de Cristo.
Hasta hoy sólo se conocían dos escenas.

La obra del artista, una de las mayores figuras del pre-renacimiento italiano, era subastado desde hace décadas, y fue adjudicado recién en octubre, por más de 24 millones de euros (20.000 millones de pesos) con gastos incluidos.

La compra fue realizada por la colección privada Alana, cuyos dueños son una pareja de coleccionistas chilenos instalados en Estados Unidos, el empresario Álvaro Saieh y su esposa Ana Guzmán, quienes ofrecieron más que el Metropolitan Museum de Nueva York.

Sin embargo en un comunicado este lunes, el gobierno francés indicó que “tras el parecer de la Comisión Consultativa de los Tesoros Nacionales, el ministerio de Cultura ha firmado un decreto rechazando el certificado de exportación”.

La decisión ministerial abre “un periodo de treinta meses (…) para reunir los fondos necesarios para la realización de una adquisición en beneficio de las colecciones nacionales públicas”
, precisa el comunicado.

“Gracias al tiempo que concede a esta medida, se podrán movilizar todos los esfuerzos para que esta obra excepcional se añada a las colecciones nacionales”, afirmó el ministro de Cultura Franck Riester.

“No me sorprende, el Estado defiende el enriquecimiento del patrimonio” francés, dijo por su parte Dominique Le Coënt, el subastador de la venta. Lo único que me importa es que esta medida se lleve a cabo y que el Estado tenga los medios para comprarla”, añadió.

Esta decisión bloquea potencialmente la obra durante mucho tiempo, pero también tiene un giro, agrega Le Coënt: la mujer que la vendió murió poco después de la venta, y sus herederos tienen que pagar ahora unos 9 millones de euros en concepto de impuesto de sucesión.