El magnate inmobiliario Steve Witkoff se ha convertido, en los primeros compases del segundo mandato de Donald Trump, en la figura fundamental en cualquier negociación geopolítica, un “superenviado” que carece de experiencia diplomática y con la única credencial de ser amigo íntimo del presidente y tener un aura de gran negociador.
Judío nacido en el Bronx que este sábado cumplirá 68 años, ha pasado en pocas décadas de conocer de manera fortuita a Trump en una tienda en Nueva York a ser su hombre en las negociaciones de paz para poner fin a la guerra de Ucrania, pasando por tener en cartera el conflicto en Medio Oriente.
Desde la Casa Blanca definen a Witkoff como “uno de los mayores negociadores del mundo”. Eso y la gran afinidad con el presidente le han convertido en una especie de ‘supernegociador’ para Trump, con un papel en el entorno de Trump muy influyente como la elección de J.D Vance como vicepresidente.
Además, él era el compañero de golf en el intento de asesinato de Trump en septiembre de 2024 en Florida, un suceso que cimentó una amistad “de muchos años” que se ha mantenido “en los buenos y los malos tiempos”, como dijo Witkoff en su discurso en la Convención Republicana, incluso antes del atentado.
Steve Witkoff, firme defensor de Israel, enviado especial para Medio Oriente
Pocos días después de las elecciones, Witkoff, firme defensor de Israel, fue nombrado enviado especial del presidente para Medio Oriente con la promesa de que iba a ser una “voz implacable a favor de la PAZ”. Esta decisión sorprendió por su inexperiencia diplomática y su aparente desinterés por la región.
Nada de eso impidió que en enero Trump le atribuyera el éxito del alto al fuego entre Israel y Hamás y la liberación de rehenes israelíes y su intercambio por prisioneros palestinos.
No ha sido el único éxito que se ha apuntado al ‘supernegociador’: también se considera que fue una de las figuras centrales que permitieron un intercambio de prisioneros con Rusia en febrero, en unas negociaciones que según él le permitieron crear una “amistad” con el presidente ruso, Vladimir Putin, con quien habría pasado “mucho tiempo”.
Todavía se desconoce si este jueves Witkoff, en su nuevo viaje a Moscú –esta vez para el tema del fin de la guerra entre Rusia y Ucrania– se verá con el líder ruso. No obstante, consolida su posición como el hombre de confianza de Trump en cuestiones geopolíticas.
Una relación que empezó con un sándwich
Amigos íntimos desde la década de los 1990, su primer encuentro fue en una tienda neoyorquina cuando Witkoff era abogado de un bufete especializado en bienes raíces y Trump su cliente. Un día a altas horas de la madrugada, Witkoff tuvo que comprar un bocadillo de jamón y queso al ahora presidente porque no llevaba dinero encima.
La anécdota les permitiría conectar años después y convertirse rápidamente en amigos íntimos por sus similitudes: de carácter parecido, ambos son milmillonarios inmobiliarios, con intereses en Nueva York y Florida, y fervientes amantes del golf.
Witkoff, histórico donante del Partido Republicano, construyó su fortuna inmobiliaria en gran medida identificando propiedades infravaloradas y obteniendo capital de los mismos inversores una y otra vez, si bien nunca llegó al éxito empresarial de Trump.
Su patrimonio es de al menos mil millones de dólares, pero lejos de las cifras del presidente, según la revista Forbes.
Al igual que Trump, su papel en el gobierno le ha hecho dejar la empresa inmobiliaria Witkoff Group al mando de sus hijos: uno de ellos, Alex, de 32 años, es el consejero delegado; el otro, Zach, es uno de sus vicepresidentes ejecutivos.