Donald Trump envió el jueves un mensaje tranquilizador sobre las prolongadas negociaciones comerciales con China, en vísperas de su reunión con el viceprimer ministro chino Liu He.

“Tuvimos muy, muy buenas negociaciones con China”, dijo el presidente de Estados Unidos desde la Casa Blanca, destacando que las discusiones continuarán entre los negociadores chinos y estadounidenses en la noche y el viernes por la mañana.

Antes en un tuit, había dicho que era un “gran día de negociaciones con China”, sin dejar de sembrar la duda sobre sus intenciones: “Ellos quieren hacer un trato, pero ¿yo quiero?”.

El responsable de asuntos internacionales de la Cámara de Comercio estadounidense Myron Brilliant consideró como un elemento positivo el reencuentro el viernes, entre el presidente estadounidense y el funcionario chino. Se dijo “convencido” de que habrá un acuerdo sobre divisas y una suspensión del aumento arancelario previsto para el 15 de octubre.

“La buena noticia es que los chinos entienden que esperar [hasta la elección estadounidense de 2020] no es una opción”, añadió en una declaración de prensa, al explicar que hay un consenso en Estados Unidos sobre la necesidad de cambiar las relaciones comerciales con China.

Según él, si el gobierno de Trump no está esperando “un gran acuerdo esta semana, el progreso podría conducir a algo más grande, incluyendo una reunión entre el presidente Trump y el presidente (chino) Xi en noviembre”, al margen de la cumbre de APEC en Chile.

Las negociaciones se reanudaron el jueves por la mañana en las oficinas del Representante de Comercio de Estados Unidos (USTR), Robert Lighthizer. Por el momento, no se ha filtrado nada sobre los posibles progresos concretos.

Lighthizer, así como Liu He, cercano al presidente chino, y Steven Mnuchin, secretario del Tesoro de Estados Unidos, hicieron una breve aparición en las escaleras del edificio del edificio del USTR.

A pesar de la amplia sonrisa y los cálidos apretones de manos, hay muchos temas polémicos: Washington exige que Pekín termine con las prácticas comerciales que considera “injustas”, como la transferencia forzada de tecnología o los subsidios a las empresas chinas.

Hasta ahora, el gobierno chino ha sido inflexible a pesar de los aranceles que afectan a su economía. También ha dicho que no cederá ante la amenaza.

De su lado, Liu dijo que “sobre la base de la igualdad y el respeto mutuo, China está dispuesta a alcanzar un consenso (o un) entendimiento con Estados Unidos a través de esta ronda de consultas (…) para evitar cualquier escalada y propagación de fricciones”, según información difundida por la agencia oficial de noticias Xinhua el miércoles por la noche, tras una reunión con la nueva jefa del FMI, Kristalina Georgieva.

Estas negociaciones tienen lugar antes de que los derechos de aduana aumenten el martes del 25% al 30% sobre 250.000 millones de mercancías chinas.

Por el momento, Pekín ha aceptado algunas concesiones, como la compra de productos agrícolas estadounidenses, alimentando los rumores de un acuerdo parcial. Pero hasta ahora, Donald Trump ha expresado su preferencia por “un gran acuerdo”.

Ni “honorables” ni “éticas”

El trabajo de los negociadores parece más difícil en el sentido de que, además de los derechos de aduana, la discusión está contaminada por las sanciones económicas estadounidenses contra el gigante chino Huawei.

Desde Pekín, Geng Shuang, portavoz del Ministro de Asuntos Exteriores chino, ha instado a Washington a “poner fin a las sanciones injustificadas”.

“Las prácticas estadounidenses no son honorables ni éticas. También constituyen una negación de los principios de la economía de mercado”, comentó.

Aunque la especulación de que un acuerdo parcial está muy avanzado, la Casa Blanca dijo el lunes que todos los temas estarían en la mesa de negociaciones.

Bajo tensión

Pero en los últimos días, el ambiente entre Washington y Pekín se deterioró de manera significativa, esta vez fuera de la esfera comercial.

El tuit de un líder de un equipo de la Liga Norteamericana de Baloncesto Profesional, la NBA, a favor de los manifestantes pro-democracia en Hong Kong el viernes provocó una reacción inmediata y brutal de las autoridades en Pekín.

Desde el lunes, Washington impuso restricciones de visa a altos funcionarios chinos y puso en la lista negra a más de 20 empresas chinas, acusándolas de perseguir a minorías musulmanas en la región de Xinjiang.