La mujer contó en un contacto con el matinal de TVN que dos de sus hijas fueron enviadas al frente de batalla, mientras que la menor de edad participa haciendo kits de aseo para los soldados.

Desde que se desató la Guerra entre Israel y Gaza en Medio Oriente, Carolina Tannenbaum, una mujer chilena residente en el mencionado país, se ha mantenido en vilo después de sus hijas fueran enroladas como soldados.

Fue a través de un contacto con el matinal de TVN, Buenos días a todos, que la chilena que vive en Tel Aviv se refirió a la realidad actual que enfrenta el país.

“Tengo tres hijas, a dos las enrolaron en el ejército y una, la más chica, que no tiene la edad, tiene 17, ella ayuda a hacer paquetes para los soldados o para la gente que tuvo que ser evacuada”, contextualizó.

“La población de Israel es muy pequeña; la mayoría son soldados y soldadas y estamos todos tratando de ayudar en lo que se pueda”, agregó.

Tannenbaum fue consultada por los animadores sobre sus sentimientos frente al reclutamiento de sus hijas, a lo que respondió: “Como mamá me gustaría que mis hijas estuvieran conmigo sanas y salvas siempre”, afirmó.

“La situación que sucede es muy difícil y complicada (…) Esto no es siempre. Podemos tener misiles y en cada casa tenemos nuestro búnker, tenemos un tiempo para entrar, pero esta vez es muy distinto lo que está pasando y la agonía de una madre es terrible“, agregó.

No obstante, la chilena aclaró que se comunica a diario con sus hijas que se enfrentan en la Guerra de Israel: “Me llaman o me envían un mensaje una o dos veces al día (avisando) que están bien. Es muy difícil, pero no son solo mis hijas, son mis sobrinas, mis sobrinos, los hijos de mis amigas, todos, mis vecinos, todos“, explicó.

La chilena detalló que en Israel tanto hombres como mujeres deben realizar el servicio militar luego de cumplir la mayoría de edad en un entrenamiento que dura tres años y se divide en distintas especialidades.

Sin embargo, pese a lo naturalizado que están los conflictos armados en la zona, Tannenbaum admitió que “rezo que mis nietos no tengan que ir; que mi hija menor tampoco”.