Fue en 1996 cuando el actor Juan Pablo Sáez consiguió su primer papel en la televisión. Se trataba de Adrenalina, una teleserie de Canal 13 en la que interpretó al conocido personaje DJ Billy Donoso. Sin embargo, Sáez se había involucrado con la actuación desde una edad mucho más temprana, cuando estudiaba actuación en la Universidad de Chile, años en los que le ocurrió una de las situaciones que marcaría su carrera y vida personal.

Canal 13
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Juan Pablo tenía sólo 19 años cuando entró a trabajar al Teatro Nacional. En ese entonces, el lugar contrataba a estudiantes para que realizaran papeles terciarios que no tenían mayor incidencia en la trama de las obras pero que ayudaban a los jóvenes a involucrarse con este arte.

El actor cuenta a BioBioChile que durante una obra sobre “Galileo Galilei” en 1992, uno de sus compañeros le realizó una broma, las que eran comunes entre ellos. “Me escondieron las botas que usaba en mi papel y debí salir a escena en calcetines. Después identifiqué a quien lo hizo y después me desquité”, relata. En efecto, Sáez decidió vengarse y hacerle una broma a su compañero que terminaría por cambiar su vida.

“Este compañero, en su papel, hacía como que tomaba notas en un papel con una pluma. También actuaba en tercer plano, no era protagonista. Entonces le puse pegamento a la pluma. Fue una broma muy pequeña, nadie en el público se dio cuenta, pero era muy chistoso para los que estábamos atrás y sabíamos lo que estaba pasando”, recuerda el artista.

Sin embargo, el director de escena, a quienes llamaban “sapo”, lo acusó. “Me acusó al director del teatro y me echaron”, señala y confiesa que la sanción fue muy grave, para algo tan pequeño, porque el director del Teatro Nacional le “tenía mala”.

Y detalla: “El director no me tenía mucha buena porque, el tipo, le coqueteaba mucho a las alumnas, siendo que tenía una edad mayor. A mí no me caía muy bien tampoco, por eso mismo, entonces aprovechó la oportunidad para echarme”.

Pero la situación no quedó en un “simple” despido. El director le dijo a Sáenz que cometió “una falta grave para el teatro chileno” y después envió una carta a la escuela de Teatro para que lo expulsaran.

“Fue algo muy duro para mí, que tenía 19 años. Pensé que con esto iba a liquidar mi carrera”, reconoce. “Después de la carta, me empezaron a poner malas notas. Pasé de ser un buen alumno a uno malo de un día para otro”, dice.

Luego de este episodio, Juan Pablo cayó en una profunda depresión que se extendió por meses. “Pensaba que nunca podría ser actor. Me rondaba mucho esa imagen y tuve situación de suicidio. Estuve muy cerca de hacerlo… no lo hice gracias a Dios. Pero en algún momento pensé que era una opción”, confiesa.

El actor revela que gracias al apoyo de algunos profesores y alumnos de su carrera, que se dieron cuenta de su situación, pudo superar esta enfermedad. “Me dijeron: ‘te queremos, te valoramos, te encontramos talentoso, tienes muchas razones para seguir siendo actor. Chao con este teatro y director”, recuerda.

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Después de ese episodio de su vida, Sáez encontró una nueva oportunidad. “Un tiempo después conocí a Andrés Pérez y descubrí muchas formas de hace teatro”, dice. Junto a este director teatral chileno el actor fundó su primer teatro San Ginés.

“Después de eso logré demostrar que yo sí era un actor serio. Mi vida está volcada al teatro. He construido más de 4 teatros. He actuado en más de 100 obras”, detalla.

“Fue un camino que yo no sabía que iba a encontrar, pero terminó siendo para mejor. Todo ocurre por algo, sólo a veces la vida te da tragos muy amargos, pero pasan”, dice el actor que explica que comparte su experiencia para ayudar a quienes pasan por la misma situación, además de generar conciencia entre los profesores o jefes, que tratan con personas jóvenes.

“Uno, como profesor, no puede lapidar a un alumno por hacer una broma o llegar tarde, o porque se le olvida un texto. Es importante el rigor pero no puede estar por encima de los valores humanos”, opina y llama a la sociedad a ayudar a las personas que están tristes o piensan suicidarse.

Y destaca: “Tenemos que estar atentos a las personas que puedan estar pasándolo mal, o por una depresión y abrirles una oportunidad de que no lo hagan (suicidio): con un gesto amable, una oportunidad laboral o invitarlos a compartir podemos hacer la diferencia. Estos gestos pueden salvar vida”.

Juan Pablo considera que, en ese entonces, sólo tenía dos opciones: abandonar su sueño o dar la pelea y demostrar su talento. “Eso es lo que yo he tratado hacer estos últimos 25 años”, señala.

“Echar a un niño de 19 años de un teatro es muy violento, es una sanción como para un ladrón pero no tengo odio ni rencor”, añade ya segura que perdonó al exdirector, motivo por el que no quiere revelar su identidad. “No me interesa exponerlo a las críticas. Él no es la misma persona que me echó del teatro”, señala.

“Espero que mi experiencia pueda servirle a alguien. Las cosas el tiempo las sanas y siempre aparecen oportunidades y personas”, asevera Juan Pablo, quien recordó esta situación en el nuevo episodio de La Divina Comida de Chilevisión, que será emitido este sábado. “En estas comidas uno habla de cualquier cosa”, finaliza.