De acuerdo a una encuesta realizada por la Cámara de Comercio de Santiago (CCS) y Kawesqar entre 440 personas en Santiago y regiones (4,7% de error muestral al 95% de confianza), un 60% de quienes retiren sus fondos piensa destinar parte del dinero a alimentos y productos de primera necesidad.

En relación al destino que darán las personas a los recursos, un 60% indica que los utilizará para la compra de alimentos y productos de primera necesidad, como medicamentos y artículos de higiene personal, mientras que el 38% señala que usará una parte para el pago de servicios básicos, como agua, electricidad y gas.

Más abajo, un 20% financiará el pago de créditos, con mayor intensidad en segmentos ingresos medios-altos (en torno a 25%), y un 11% utilizará los recursos para pagar servicios de educación (como colegios y universidades), misma preferencia que muestra el realizar mejoras al hogar.

Si bien la mayor parte de los recursos será destinado claramente a consumo y al pago de obligaciones, también hay un componente en materia de ahorro e inversión, aunque comparativamente menor.

Ahorro e inversión

Un 16% indica que destinará parte de los recursos a instrumentos de ahorro e inversión financiera, mientras que el 19% espera invertir en un negocio o emprendimiento.

Este último componente es muy importante desde el punto de vista de estrategia económica, ya que, a diferencia del consumo corriente, es un destino de gasto que despliega capacidad de generación de ingresos a futuro, y apoya el componente de sostenibilidad de las medidas.

Es, además, el destino más alineado con el propósito natural de los recursos ahorrados para la pensión de jubilación.

En el ámbito del ahorro específicamente, los segmentos de mayores ingresos concentran la mayor parte de la intencionalidad: el 36% de las personas del segmento C1 y el 26% de las del C2 indican que utilizarán estos instrumentos, mientras que en los grupos C3 y D esta proporción baja al 7 y 10 por ciento, respectivamente.

En el caso de la inversión en emprendimiento, el grupo C2 anticipa por lejos la mayor propensión, con un 33%, frente al 21% del C1, 15% del C3 y 10% del D.

Desde el punto de vista del consumo, se espera que la medida se traduzca en un incremento muy significativo en la demanda de corto plazo, donde la mayor parte de este aumento irá a dar a las mismas categorías que han tenido mayor actividad desde que se inició la pandemia (alimentos y primera necesidad).

La compra de vestuario y calzado (4% de los encuestados), y durables como equipamiento de hogar (5%) y automóviles (2%), percibirá efectos muy moderados. El consumo de servicios aparentemente no recibirá impactos relevantes de mayor demanda, sino más bien del pago de cuentas por servicios ya contratados.

Alimentación y bienes básicos

En el rubro alimentación y bienes básicos, la intensidad de gasto será muy superior en los segmentos de menores ingresos, como el D, donde un 80% declara la intención de destinar recursos del retiro de pensiones.

A medida que aumenta el nivel de ingreso cae la propensión a gastar estos fondos en ese destino: a un 61% en el grupo C3, 47% en el C2 y 34% en el C1. Algo similar ocurre con el pago de servicios básicos: 44% en el C3 y D, y 21% en el C1.

Si se analiza separadamente a las personas actualmente ocupadas y a las desempleadas, se observan claramente dos patrones: un perfil de gasto de los recursos del retiro del 10% mucho más concentrado en alimentación y servicios básicos en los desempleados, y otro con alguna mayor intensidad en inversión, ahorro y mejora del hogar entre los empleados.

Pese a los cambios de intensidad de preferencias de gasto entre perfiles socioeconómicos y de condición laboral, en todos los casos la mayor intención de compra corresponde al rubro alimentación.

Según los realizadores de la encuesta, creen que “preliminarmente estimamos que se podrían destinar en torno a un 45% del total de los fondos retirados a consumo de bienes, lo que tendrá impacto en las ventas del comercio y en los indicadores de actividad económica de los próximos meses”.

De este modo, y dependiendo de los montos que finalmente sean retirados por los cotizantes, estimamos que la inyección de demanda en el mercado de bienes podría llegar a unos US$ 8 mil millones, cuya mayor parte será ejecutada durante los primeros 4 meses.

En efecto, de acuerdo a los mismos encuestados, los fondos que podrían recibir alcanzarían para cubrir en promedio poco más de 4 meses de gasto familiar.

Este dinero se iría más rápido en el caso de los hogares de menores ingresos (3,6 meses promedio).

No obstante, dado que el proyecto aprobado amplía a 12 meses el plazo para realizar el retiro, es posible que la carga temporal del uso de los recursos se distribuya en un plazo más largo.