Los hechos y responsabilidades que han llevado a prisión al ex Comandante en Jefe del Ejército, Juan Miguel Fuente-Alba, y otros altos oficiales, no provocan solo la pérdida de su honra personal y un daño irreparable a sus familias, además significan un enorme perjuicio a su institución el Ejército de Chile y a nuestra institucionalidad democrática.

En efecto, el empleo con fines personales de recursos asignados a la Defensa Nacional es inaceptable, y que se usaran para dotar al exgeneral de un conjunto de lujos como cenas con músicos prestando servicios privados, son propios de una mentalidad que viola el sentido mismo del honor militar y de las responsabilidades que significan su desempeño y las exigencias del cargo.

Hace ya siglos que los generales no son príncipes que temporalmente concurrían a episodios de guerra, rodeados de séquitos de sirvientes que tenían como propósito dotar de placeres al aristócrata mientras estaba alejado de los grandes salones de sus mansiones y las de aquellos que ostentaban esa condición. Tales élites de oligarcas- castrenses ya no existen.

En Chile, O’Higgins definió con su voluntad irreductible la profesión militar como un compromiso de vida con la patria, por eso, quienes la asumen están llamados a cultivar ese legado que integra en su esencia un sentido a la existencia y una austeridad inviolable, se trata de una cuestión de honor, de respeto inalterable a sí mismos, a la institución y a la patria por la que se jura servir y rendir la vida en el caso que sea necesario hacerlo.

Ese conjunto de valores desaparece en la conducta del exgeneral y de sus cómplices o encubridores, además de la insana concentración de poder, la ausencia de efectivos y no solo formales controles administrativos, así como la desidia de los ministros de Defensa respectivos que dejan hacer sin asumir la responsabilidad que les corresponde.

Asimismo, que penoso resulta que quien lo propuso como Comandante en Jefe sea después su empleado a honorarios. Es un bochorno increíble e inaceptable.

El país, después de una gran lucha democrática, dejó atrás el período dictatorial, ello permitió que el Ejército volviera a ser una institución nacional, al servicio de chilenos y chilenas en su conjunto, incorporándose a un nuevo horizonte en el quehacer nacional.

Ese es un proceso necesario y positivo, por eso que mal ejemplo para sus efectivos resulta ser esta violación del honor militar, que bochorno para el joven soldado, oficial o conscripto, que está en un puesto fronterizo, que combate un incendio forestal o que en un aluvión o terremoto arriesga su vida para salvar una familia que quedó aislada.

Esas voluntades, altruistas y patrióticas, por sobre estos yerros garrafales, sí constituyen el Ejército de Chile; allí está el honor militar, en quienes mantienen y mantendrán su vocación de servicio como un irrenunciable compromiso con Chile.

Camilo Escalona Medina
Ex Presidente del Senado
Vicepresidente Partido Socialista de Chile