En idioma bengalí, “lipika” alude a escritores universales que escriben sobre todo lo que existe, lo que no existe y lo que está por existir.

Y es el título de un libro de Rabindranath Tagore (1861-1941), Premio Nobel de Literatura 1913, escritor y poeta indio, cuya influencia literaria reconocen grandes de la poesía de América Latina: Gabriela Mistral, Pablo Neruda y el mexicano Octavio Paz.

En esta posición de escribidores se ponen Javiera Osorio y Juan Pablo Corvalán, autores y directores de la cia. Circo Virtual e intérpretes de Lipika, sobre la creación del caballo, cuya referencia es The horse, uno de los relatos del mencionado libro de Tagore.

El fragmento seleccionado relata un momento de la génesis del universo, cuando dios decide crear un animal muy distinto a los que ya había lanzado al mundo.

Esta vez, quería uno con gran energía, sin garras ni cuernos, con dientes para masticar (no morder), que no viera como presa a otras especies y que fuera veloz en su hábitat, el campo abierto.

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Así, bautizado como caballo, el animal sería símbolo de libertad, pese a que fue domesticado por el hombre para servir en el trabajo.

Este es el ángulo creativo de la cia. Circo Virtual en su séptimo montaje, cuando Osorio y Corvalán, como lipikas de hoy, abordan el relato utilizando técnicas del circo contemporáneo.

De este modo, sus cuerpos actorales se conectan con objetos y recursos escénicos (mesa, proyecciones, malabarismo, música, entre otros), en un despliegue que busca poner al espectador en contacto con la inmensidad del espacio que propone el texto original.

Lo hace a través de una cierta reflexión mística y crítica, la energía del gesto lúdico ancestral del ser humano, junto a una propuesta poética que invita a ser capaz de mirar y ser parte del universo.

Nacer en las estrellas

La obra pone en boca de los actores un diálogo que detalla la manera como Hombre y Mujer establecen una relación cara a cara con el espacio y las estrellas… hasta que descubren la figura de un caballo que, de manera imprevista, desciende a la Tierra.

Si se naciera en las estrellas como este animal será la pregunta-expectativa que formula la obra de Osorio y Corvalán, junto con recoger el impacto que provoca a los protagonistas esta experiencia.

Transformado en el centro del relato, el caballo se asocia a la luminosidad que estimula una nueva comprensión de sí mismos y de la relación de las personas con el universo.

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La simbiosis que se produce traspasa los rasgos de fuerza, calor y felicidad por correr libremente que se le atribuyen al caballo.

Resulta vital también la idea que todo se transforma en el universo, dialéctica que impulsa el viaje de la vida y fortalece la libertad.

Un trayecto discursivo que no se basa en lo racional, sino que apela a la percepción a través del juego y lo poético, mientras los actores dinamizan sus cuerpos y manipulan objetos.

La obra tiene secuencias demasiado dilatadas y, tal vez, una complejidad que excede a los niños mayores de 5 años que propone la cartelera.

Evoca, eso sí, al caballo y su kinética como metáfora de posibilidades e incertidumbres transformadoras, en un recorrido que presiona la imaginación, los sueños y el alma.

Gam. Alameda 227. Sábado y domingo, 16.00 horas (23, función distendida). Entrada general $ 5.000; estudiantes y tercera edad $ 3.000. Hasta el 1 diciembre.