Es habitual que los realizadores teatrales asuman una obra clásica con una mirada contemporánea que busca exponer un nuevo punto de vista, necesario y distintivo.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

Hedda Gabler, foto de Patricio Melo, GAM (c)
Hedda Gabler, foto de Patricio Melo, GAM (c)

La propuesta sobre la obra de Henrik Ibsen (1828-1906), que dirige Claudia di Girólamo, se basa en una versión de Alexis Moreno, que dota a sus personajes de un lenguaje coloquial, contemporáneo y chileno, tal vez porque agrega un tono algo impreciso en su sentido.

Es un claro logro para narrar una historia, escrita en 1890, que protagonizan Hedda y Tesmer, la pareja que regresa de la luna de miel, luego de casarse sin amor, y que integra una sociedad machista ultra conservadora donde la mujer es un ser inferior.

Estrenada a fines del siglo XIX, muestra a Hedda como una mujer que, insatisfecha del rol que ejerce en su vida e incapaz de romper el esquema social que detesta -y aunque usufructúa de las comodidades, de la familia y de las amistades- reacciona buscando demoler todo lo que toca de su entorno.

En esa travesía, la obra aludirá a temas con fuerte eco en la actualidad, porque todavía están presentes en nuestra sociedad patriarcal distorsiones como el machismo y el acoso sexual.

Hedda Gabler, foto de Patricio Melo, GAM (c)
Hedda Gabler, foto de Patricio Melo, GAM (c)

Luces y sombras

En este juego por construir un punto de vista sobre una afamada obra del teatro universal con tradición realista y psicológica, hay un momento extraordinario y revelador.

Hedda (Amparo Noguera) se muestra en una escena corporal desatada como un colapso expresivo de una mujer -danza ritual enigmática al estilo techno- que atrapa un rincón de la interioridad de un personaje, oculto en el rol original.

Pero resulta excepcional este recurso apasionado, atractivo visualmente y bien realizado que sugiere el quiebre de las conductas racionales.

La fuerza y vitalidad que exhibe Hedda en esa escena, en un contexto general de contención dramática, que remite al fuero más íntimo y desconocido del personaje, no se traspasa a toda la obra como soporte fundamental de un punto de vista.

lo logra el diseño escenográfico de Cristián Reyes, experto en desarrollar soluciones con un amplio despliegue, al generar un ambiente de living agigantado, que absorbe a sus personajes, aunque esté circundado por grandes cortinas en lugar de muros y puertas.

Sin embargo, que Berte (Josefina Velasco) camine siempre en puntilla (¿invisibilidad de una criada copuchenta?); que en el piso se instale una lámpara colgante; que Hedda utilice también movimientos ampulosos de diva…

Son algunos recursos simbólicos que dejan incompleto el sentido de su uso respecto de un punto de vista como soporte del montaje, lo que se hace más notorio por lo extenso de la obra.

Respecto del elenco, nadie podría dudar de la presencia escénica de actores como Néstor Cantillana (Lovborg, antiguo amor de Hedda, escritor exitoso y desesperado), Rodolfo Pulgar (Brack, juez acosador) y Francisco Ossa (Tesman, marido de Hedda).

Sin embargo, destaca Marcela Salinas en el rol de Thea, por los matices del gesto corporal, vestuario y compromiso que se le atribuye a este personaje.

En un esquema de contención dramática, su manera sencilla de dialogar y relacionarse con la mirada en las escenas separadas que tiene con Hedda y Tesman, aportan la presencia de una mujer independiente con conductas cercanas al feminismo contemporáneo.

“Hedda Gabler”

De Henrik Ibsen, versión de Alexis Moreno
Dirección: Claudia di Girolamo
Elenco: Amparo Noguera, Marrcela Salinas, Néstor Cantillana, Rodolfo Pulgar, Francisco Ossa, Josefina Velasco
Escenografía: Cristián Reyes
Miércoles a sábado, 20.30 horas.
Entrada general $ 8.000; estudiantes y tercera edad $ 4.000. Hasta 15 diciembre.
GAM
Alameda 227, Santiago