Marcos Guzmán, director de las aplaudidas “Demonios” y “Trabajo sucio”, expresa su versión sobre la monotonía de la vida cotidiana, en el marco de la obra que estrena hoy: “Narcolepsia”, pieza que desde el humor se instala con un discurso político sobre el Chile de hoy.

La monotonía de la vida en familia, del matrimonio, las noticias y de la falta de irrigación espiritual sostienen el argumento de la obra “Narcolepsia”. Una comedia negra adaptación de las inquietudes sociales y psicológicas del dramaturgo alemán, Marius von Mayenburg y que es reescrito como la tragedia de una familia chilena extraviada en la bruma de su miseria. La bullente pieza constituye el trabajo del egreso 2018 de la Escuela de Teatro de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

Dirige a la joven camada Marcos Guzmán, el autor detrás de piezas que raspan el feble barniz humano en obras como “Demonios” y “Trabajo sucio”. En este tríptico quedan a la vista las trizaduras sociales, familiares y personales de los seres destinados al fracaso con los que cualquiera puede identificarse en una era exitista y donde el capital es el combustible de las pasiones. El humor de este espacio sólo puede ser del más negro, dice el director.

“Es un texto muy político, pero como trabaja desde el humor se instala como una obra acerca de la familia contemporánea del Chile de hoy y eso, a su vez, encaja con la tensión existente en el resto de las clases sociales abarcando, incluso, hasta la situación precaria de los migrantes al mismo tiempo”, advierte Guzmán acerca del motivo de “Narcolepsia”.

Este matrimonio acomodado y su hijo milennial asisten a la propia decadencia cuando una mujer extranjera llegue a su casa y, con ella, dejen entrever sus miedos, precariedad emotiva y una especie de insomnio palpable como el que mantiene en trance a gran parte de la sociedad chilena. “Este nudo de relaciones al que se suma un desfile de distintas asesoras del hogar que no logran durar mucho en el espacio de la casa. Esto esconde ciertos ritos y prácticas que se entrecruzan con la familia y las obsesiones de quienes habitan el lugar convirtiendo a esta servidumbre en un receptáculo de las emociones que se despliegan en este entorno”, explica el director sobre el reflejo provocador de la violencia que se vive fuera de la escena también.

Narcolepsia | Cedida
Narcolepsia | Cedida

El eterno retorno a lo doméstico

No es casual que la asesora que llega a la casa en su rol de inmigrante genere la inquietud junto a la diferencia para los personajes. El relato político y contemporáneo del montaje “es una reproducción del cómo uno ve los cuerpos de otros como distintos cuando lo hace desde la propia localía y aparece cierto fascismo que desencadena el horror”, sostiene Guzmán. En tal sentido “la obra plantea, pese a su tono de comedia, un diálogo con el espectador y que contiene otras capas: las de un eterno ciclo que ya ocurrió y amenaza con volver a ocurrir una y otra vez”, dice el director en referencia al paralelo que se trata con las vidas más permeables al discurso de los medios, del consumo y las carencias de un espíritu crítico.

“En la vida real a mucha gente le cuesta salir de este loop, de este vicio del sistema neoliberal que tanto afecta a la familia y que se repite obsesivamente. Esto nos lleva a todos, en diferente medida, a sufrir un estado de narcolepsia, de insomnio que no sólo afecta anímicamente sino en lo físico. Te ciega lo suficiente como para no encontrar una salida a lo que sucede en la rutina laboral, doméstica y de las relaciones muchas veces.

-Cómo autor y ciudadano, ¿Dónde identificas este limbo compartido?

-Creo que basta salir a recorrer la ciudad y darse cuenta de que muchas personas caminan permanentemente por esta cinta de Moebius, encerradas en sí mismas, presas de la angustia y la rabia, dos sentimientos que circulan libremente. ¿Has visto las noticias?. Cuando lees los diarios o ves la TV notas que mucha de esta atmósfera de violencia se repite a diario propósito para ser respirada una y otra vez. Algo no huele bien en esta urgencia. Es como una olla a presión que está puesta día a día, como en un ciclo interminable y que termina por cambiar el paisaje y el tono de las cosas. Las cosas malas se reiteran una y otra vez en su color trágico y esta idea causa esta narcolepsia de la que habla la obra. Esta clase de insomnio que no tiene que ver con la arquitectura de los sueños, sino con un tipo de ceguera que nos aleja del entender lo que hay que hacer para que todo esto cambie.

Cedida
Cedida

“Narcolepsia” puede verse de manera gratuita hoy viernes en el centro Cultural de Lo Prado y una temporada posterior desde el 27 al 29 de este mes y entre el 4 y el 6 de octubre en la sala Juan Radrigán (Almirante Barroso 352, Stgo.)