Hace más de catorce años se produjo el último gran terremoto que ha sufrido el país. En el Cementerio General de Santiago, uno de los principales patrimonios culturales del país, sigue habiendo, desde entonces, restos humanos expuestos a la intemperie, a la vista de cualquier curioso.

Cementerio General de Santiago

Cementerio General de Santiago, fundado en 1821 por Bernardo O´Higgins, cuenta con 86 hectáreas y unos dos millones de personas enterradas en él.

“Su casco histórico comprende 28 hectáreas seleccionadas para su protección por incluir todas aquellas edificaciones funerarias anteriores al año 1930 y que corresponden al 95% de las tumbas de mayor valor patrimonial. Forman parte también los accesos en forma de portales y la Plaza La Paz. Dentro de la zona protegida se cuentan más de 200 esculturas, alrededor de 900 obras de arquitectura, de las cuales 230 se han considerado de alta calidad, las tumbas de 170 personajes connotados, y en total 70 manzanas de sepulturas organizadas en un trazado urbano que reproduce la ciudad “de los vivos” con calles, avenidas, segmentaciones socioeconómicas, etc. Además, un parque plantado entre 1832 y 1891 compuesto por cipreses, magnolios, olmos, palmeras chinas, araucarias, jacarandá junto a otras especies.” (Consejo de Monumentos Nacionales).

Casi todos los presidentes de Chile están enterrados allí, excepto Gabriel González Videla, Augusto Pinochet y Sebastián Piñera. Políticos, empresarios, artistas, uniformados. El Cementerio General, síntesis del país, fue declarado Monumento Histórico el año 2010, gracias al arduo trabajo de ciudadanos. Ese es un año de inflexión.

Un deterioro progresivo

El Cementerio General de Santiago presenta un progresivo y, en ciertos aspectos, irreversible deterioro. En la década de los 70 se empezaron a vender espacios comunes para tener más superficie para entierros. Una medida que significo empezar a sacrificar, por ejemplo, avenidas y deteriorar la espacialidad del lugar.

A principios de los 80 la administración de los cementerios pasó desde el Servicio Nacional de Salud (SNS) a los municipios. En el caso del Cementerio general, pasó a la I. Municipalidad de Santiago y, a principios de los 90, a la Municipalidad de Recoleta.

EM

Luego vino en terremoto de 1985, que provocó grandes y diversos daños en mausoleos y otras estructuras. Esos daños se tradujeron, en muchos casos, en pérdida de Patrimonio, con demoliciones, eliminación de decoraciones, etc. Además, dejó en evidencia un mal manejo del recinto, con grandes acumulaciones de basura.

Por otro lado, en esos años era habitual el tráfico ilegal de restos humanos, los que eran adquiridos por estudiantes de medicina y de odontología. Había una verdadera red de tráfico y corrupción.

Finalmente, el terremoto de 2010, más una serie de falencias administrativas y de gestión, tienen al Cementerio General de Santiago en un franco deterioro, difícil de revertir.

Restos humanos a la intemperie

Hoy, más de catorce años después, no solo quedan muchas estructuras dañadas, en diversos grados, que no han sido reparadas. Quedan ataúdes o cajas de reducción aplastados y/o abiertos, dejando ver restos humanos a la vista de cualquier curioso.

Han pasado los dos gobiernos de Sebastián Piñera, el segundo de Michelle Bachelet y medio de Gabriel Boric. Y en el Municipio, Sol Letelier (UDI, 2008-2012) y Daniel Jadue (PC, 2012 hasta la fecha). Y los restos siguen ahí…

EM

Resulta desconcertante ver tanta desidia con un Monumento Nacional (y todos los valores, incluido el Patrimonio inmaterial que sustenta), de tantas autoridades que podrían haber actuado. Incluidos organismos sanitarios como del Patrimonio.

Ante ello, como una forma de lograr mayor consciencia y posibilidades de revertir la situación descrita, se ha levantado la posibilidad de postular al Cementerio como Patrimonio de la Humanidad. Los distintos gobiernos se han cerrado a la posibilidad.

Arquitectura dañada

Los daños que han dejado los últimos terremotos, en especial el del 2010, son visibles hoy. Incluso para quienes van por primera vez. Eso se debe al poco interés de las familias propietarias de mausoleos como de la administración del Cementerio General y otros organismos.

En concreto, aparentemente solo hay un buen catastro de daños hecho por un privado. Y ningún plan o política de recuperación.

Es importante recordar que en el Cementerio General hay ejemplos de buena y muy diversa arquitectura y de obras de arte, además del valor histórico, dada las personas enterradas allí.

EM

La gran cantidad de estructuras no reparadas están en grave riesgo de colapsar si se produce otro sismo de gran magnitud, porque no se han hecho reparaciones ni refuerzos estructurales. Es más, en estos años, la lluvia y la descontrolada vegetación han ido, poco a poco, deteriorando aun más esas estructuras.

Un aspecto que atenta para mejorar el estado físico, es que la administración del Cementerio cobra un impuesto que llega al 20% del presupuesto de las obras -tanto para obras nuevas como de reparación o restauración-, muy superior al 1,5% que cobran las direccionas de obra municipales.

Otro factor, son centenares de grafitis y vandalizaciones de carácter político y social, de odio y, muchas, de ignorancia. Éstos tapizan fachadas de mausoleos, pabellones, lápidas y galerías. No son solo contaminación visual, son daño importante para para obras de arte, piedras y estucos de revestimiento, de artesanía de gran calidad (gran parte de ella hecha por obreros y trabajadores que muchos de esos grafitis dicen defender).

EM

Ailantos

Otro factor que está generando grandes daños es una verdadera plaga de árboles ailantos. Sus raíces, muy invasivas, y su fácil reproducción a través de éstas, van rompiendo o levantando pavimentos, o destruyendo tumbas, lápidas y mausoleos, en los casos más graves. Los efectos están a la vista, no es necesario ser experto.

La invasión de ailantos es grave, y será cada vez más difícil de erradicar. La administración, en este aspecto, no ha hecho nada, pese a las recomendaciones hechas por CONAF en 2018.

EM

Arte y piezas históricas robadas

El caso del empresario Raúl Schüler, condenado por comprar de manera reiterada esculturas y otros objetos con valor cultural y patrimonial, puso hace unos años en la palestra este tema. El robo, tráfico, reducción de objetos de valor patrimonial. Pero, claro, el interés duró poco, y Schüler solo fue condenado a pocos años de libertad vigilada (a vivir en su fundo, donde tenía los objetos robados), un estímulo para otras personas a hacer lo mismo. En tanto, ninguna de las piezas recuperadas por la PDI en 2018, han vuelto al Cementerio. A pesar de la noticia que aninciaban su retorno, no están en sus lugares originales y se desconoce su paradero (posiblemente algún galpón municipal).

De hecho, las piezas robadas encontradas en el fundo del empresario son solo una parte de aquellas de las que se tenía registro que habían sido sustraídas. Las demás siguen con paradero desconocido, aparentemente sin mayor interés en investigar y encontrarlas.

El sistema de seguridad del Cementerio presenta grandes falencias, lo que explicaría tantos robos. (Otras cosas son más extrañas, como cortes de electricidad o de las cámaras, que son justo aprovechados para cometer los delitos).

Esas carencias persisten, y parecen aumentar, pese a que los excedentes anuales que genera el Cementerio bordean los 1.300.000 de pesos que se traspasan íntegramente a Recoleta. Un porcentaje menor serviría para revertir lasa situaciones antes descritas.

Los daños provocados por los robos incluyen sustracción de placas, puertas, manillas. Objetos que pueden ser vendidos como objetos históricos o como metal, por su peso (a pesar de su bajo valor).

Lo anterior se ve, a simple vista. Son tantos, que no es difícil percatarse de muchas de las cosas que faltan.

Patrimonio medioambiental

El Cementerio General de Santiago es un parque, un pulmón verde para la capital. Basta ver una foto satelital para darse cuenta de ello. Sin embargo, la falta de un proyecto, un plan de manejo y de reposición de especies, además de la falta de riego en amplios sectores ha llevado a un evidente deterioro. Así, no es raro ver decenas de árboles secos. Muchos que han sido eliminados (porque se han secado o para generar más espacio para sepultar personas).

Visitar el Cementerio, para quienes lo hemos hecho en diversas épocas, es una experiencia contradictoria. Su belleza y su valor histórico, artístico, arquitectónico, patrimonial, se ve eclipsado por los evidentes deterioros y pérdida de valor que ha tenido en el tiempo.

Pensar a futuro

Dada la historia del Cementerio, parece evidente que requiere cambios drásticos. Porque las autoridades han tenido tiempo y recursos para haber hecho las cosas mejor o distinto. En ese contexto, sabiendo que el Municipio tiene otras prioridades y el Cementerio requiere de mucha dedicación y especializaciones, parece pertinente pensar en cambiar la institución que lo administre.

Pensar en una institución que maneje, en forma separada y complementaria, los temas de los muertos, lo medioambiental y las diversas especies verdes, la arquitectura y lo patrimonial. Pensar en un Cementerio que tenga un largo futuro y que siga siendo a la vez el reflejo de nuestro pasado.