Para la espera se titula el nuevo disco de Silvio Rodríguez, el cual debutará este viernes en el marco de la cuarentena por el nuevo coronavirus.

Para la promoción del álbum y en su habitual estilo, el cubano concedió una entrevista desde La Habana que se anuncia como “la única” en la que se referirá a su nuevo trabajo, a la crisis sanitaria actual y a cómo cree que será el mundo tras la pandemia.

“A veces uno no sabe bien de dónde salen las canciones. Creo que esta es de una foto. Siempre que la canto, esa foto es lo que veo”, contó sobre La adivinanza, el primero de 4 singles que tendrá la producción discográfica.

“En general el disco está hecho de canciones que, aunque haya sentimientos afines, son muy distintas entre sí, y eso es algo que me complace. Eso y que no hay violencia. Son canciones introspectivas, suavecitas; aunque nunca me gustaron las canciones bonitas”, agregó.

Desde su confinamiento, el trovador ha tenido tiempo de sobra para analizar la coyuntura mundial tras la crisis sanitaria, la que a su juicio no modificará las conductas del colectivo.

“Hay muchos pensadores de distinto calibre y tendencias reflexionando sobre lo que estamos viviendo. Yo personalmente no creo que el mundo vaya a cambiar mucho. Vamos a tratar de volver a ser nosotros, para bien y para mal”, reflexionó.

“Ya estamos mal acostumbrados y mal hechos, y hay muchos intereses con poder. Sí creo que es posible que todo esto nos ayude a reflexionar sobre la libertad y la transparencia”, añadió desde su residencia, donde se dedica a escribir y responder su blog personal, pintar y escuchar a Emerson, Lake & Palmer.

“Un trío británico de los 70 que después se hizo cuarteto”, acotó el cubano. “Oigo música antigua, de cámara, sinfónica… para distintos instrumentos, canciones antiguas. Rara vez escucho trovadores. Aprovecho porque cuando estoy trabajando escucho menos música. En ese momento estoy enfocado en lo que esté grabando. Y después de tanto trabajo, cuando lo termino no lo oigo más nunca”, recalcó.

(P): ¿Sigues sintiéndote en control de tu blog?
(R): No, yo ahora soy un servidor público –se ríe. Empecé siendo el dueño y ahora estoy en función del colectivo. No me desagrada eso, pero me recuerda por qué nunca me atrajo la política. No tengo lo que hay que tener para estar 24 horas dedicado al público. Me necesito, necesito tener rinconcitos propios para hacer lo que tenga ganas de hacer. Con los años uno cada vez más quiere hacer solamente lo que tiene ganas de hacer.

(P): ¿Cómo entra el público en eso?
(R): Nunca me gustó el público, los escenarios. Yo salí porque entendí que debía y porque quise hacerlo, y sí, puede que haya cogido algún vicio de eso. Uno era más joven y necesitaba probar cosas, probarse cosas, y eso está bien si uno tiene algo interesante que decir; pero tampoco es lo más grande: hay cosas mucho más grandes.

(P): Sin embargo, es una afirmación instalada en la cultura que el público es lo más grande que tiene un artista.
(R): Bueno, el público es el que hace al artista; pero a la vez también hay grandes artistas sin mucho público, y personas que no son ni artistas y sí lo tienen. La escena y la relación con el público tiene mucho extra artístico que influye. En los conciertos en los barrios por ejemplo eso es distinto, porque no es propiamente “un público” sino personas que están en sus casas, y somos nosotros los que vamos. Yo quiero ir allí a compartir, nadie pagó para vernos. En ese sentido los barrios rompen esa dinámica de espectáculo, y es lo apasionante.