La primera novela de Romina Pistolas (Chile, 1987) tiene la virtud de introducirnos de manera directa y creíble en un mundo, para muchos, desconocido. El de las strippers.

De Calbuco a Australia. Así cambia la vida de Romina Pistolas, que busca dejar su vida gris en Calbuco. Parte trabajando en aseo. Mucho trabajo, poca paga. Hasta iniciarse “en el negocio de bailar sin ropa”, donde se transforma en Carmen, nombre artístico de la joven.

El libro, autobiográfico, es un periódico ir y venir entre recuerdos de infancia y juventud chilenos y su presente en Australia. Un presente de trabajadora sexual, donde su mundo serán su marido y la familia de éste y, en especial, sus compañeras de trabajo. Y un superar miedos y ansias para descubrirse y asumirse.

Romina Pistolas

Romina es una niña atravesada por miedos. Ansiedad. Temor. Algo que ha heredado, que está presente en su familia.

Entonces, Romina se debate entre el miedo, la ansiedad y la necesidad de vencerlos. Y de buscar un lugar donde ella pueda ser lo que quiere. Y que no sabe lo que es hasta que, en Australia, le proponen ser stripper.

Entonces, deja de ser Romina Pistolas para transformarse en Carmen.

Carmen

Carmen es una stripper, una trabajadora sexual, como se autodefine. Una mujer que se libera, que trata de asumirse, aunque siente discriminación y un miedo casi ancestral de que en Chile y, en especial, su familia se enteren. Miedo a ser rechazada y a que se le cierren muchas puertas en el futuro.

Carmen se casa con Tom, un australiano que sabe en qué trabaja. Pero este es un oficio cuya normalidad es precaria.

“En la pega nos cuidamos entre nosotras, tenemos eso que tienen las mujeres intrínsecamente de armar tribu, pero a nivel extremo. Somos recelosas de las otras personas que no trabajan con nosotras, porque desconfiamos de la sociedad que no nos deja de verdad existir. Hacemos grupo, aunque nuestro trabajo sea el más individual de todos.” (pp 132)

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La novela permite entender lógicas que no son evidentes. Un sentido de solidaridad en un mundo muy individualista, estigmatizado.

“El camarín, siempre ruidoso, lleno de chicas sacándose fotos, quejándose si no habían hecho mucha plata, celebrando si les estaba yendo bien, o simplemente conversando, estaba ahora en el más completo silencio. La gente entraba y salía, pero lo hacían con prudencia.” (pp 89)

Romina Pistolas escribe con un lenguaje directo. A veces descarnado, en lo que describe o en las palabras que usa. Pero se agradece esa “honestidad”.

“Con las dos manos apoyadas en el ventanal, mirando al río y a la ciudad completa cubrirse del sol de invierno, supe que Rob era la mejor inversión de mi vida.” (pp 125)

Su oficio, en locales nocturnos, permite una mirada que podría ser perturbadora -y puede serlo para algunos-, si no lleváramos años recibiendo señales en este sentido.

“A mí me han agarrado el poto, pero en la calle y sin consecuencias. Me han abusado sexualmente, pero han sido exparejas. He sentido miedo de los hombres, pro nunca en este lugar.” (pp189)

Carmen o cómo me inicié en el negocio de bailar sin ropa es un libro que permite ingresar en ese mundo, en sus códigos y reglas. En las relaciones que se establecen. En necesidades materiales y afectivas.

Un libro para descubrir. Que lleva al lector a espacios a media luz o, abiertamente, oscuros. Sin detenerse mucho ni en motivaciones profundas -como podrían ser, por ejemplo, la necesidad de pertenecer trabajando en un espacio de deseo y estigmatización-, en aspectos psicológicos, en las relaciones que se dan entre trabajadoras y clientes, o entre éstas y quienes manejan los locales. Sería demasiado. Es una buena introducción a un mundo que es espejo de zonas oscuras y luminosas de nuestras sociedades.

Editorial Cuneta

Carmen o cómo me inicié en el negocio de bailar sin ropa

Romina Pistolas
Editorial Cuneta

Santiago de Chile, 2022