Hace muchos años se hacen grandes esfuerzos por apoyar y valorar la artesanía nacional, tanto la tradicional como la que incorpora innovaciones en sus diseños.

La Artesanía refuerza identidades, mantiene y profundiza saberes, valora las materias primas locales, genera trabajo y es un gran atractivo para los visitantes y turistas que quieren llevarse productos de calidad que les refuercen sus buenas experiencias, entre otros aspectos aspectos positivos que conlleva.

Los esfuerzos realizados, que incluyen financiamientos, asesorías, otorgar reconocimientos y premios, se ven fuertemente contrarrestados por la competencia desleal basada en la venta de productos no artesanales (industriales o semi-industriales) en lugares en los que, se supone, venden artesanía.

Vendedor de productos a vendedora de "artesanías" en Dalcahue, EM (c)
Vendedor de productos a vendedora de “artesanías” en Dalcahue, EM (c)

En la foto, una persona ofrece en un furgón productos industriales a vendedores de puestos “artesanales” en Dalcahue.

En todas (o casi todas) las “Ferias Artesanales” se venden productos no artesanales. En muchos locales que venden artesanías se venden productos no artesanales. El problema y el engaño es que se venden como artesanías.

Si realmente se quiere proteger y fomentar la artesanía -como cualquier otro rubro- se debe obligar a que en Ferias Artesanales como en negocios de Artesanía se venda -exclusivamente- Artesanía. Que no vendan “gato por liebre”, o se les quite ese título por vender como artesanía productos que no lo son.

Es imposible que un artículo artesanal compita en precio con uno industrial o semi-industrial. Al haber una gran diferencia en su valor entre uno y otro, lo que sucede es que los artesanos tratan de ajustar el valor de sus productos bajando la calidad de la artesanía, haciéndola en serie y en nforma semi-industrial. Y muchas veces resulta en que los artesanos terminan teniendo ingresos muy bajos que anulan el interés po

Para tener artesanía de calidad, entre otras cosas, es fundamental tener un mercado transparente que no engañe a los compradores y no explote a los artesanos. Para ello es necesario tener sellos que garanticen que son artesanía, sellos de origen, de calidad de las materias primas. Se requiere de autoridades y organismos que resguarden tanto a los artesanos como al público.