A propósito del Primer Seminario Internacional de Música Aplicada, se realizará en línea este 22 y 23 de junio, es bueno conocer y saber más de ella y de su importancia.

Se entiende por música aplicada toda aquella creación o producción musical que no tiene un fin pura o exclusivamente artístico, sino que nace con el objetivo de complementar otra obra, lenguaje o medio para cumplir una funcionalidad específica. Como tal, ha existido desde tiempos antiguos (hay registro de ella desde la época del Imperio Griego al menos) ya que siempre respondió a una necesidad de complementar con música algunas de sus experiencias más vitales: misas, funerales, bodas, encuentros, relatos, representaciones, etc.

La música en el cine es un gran ejemplo de esta modalidad, con inolvidables piezas musicales que fueron compuestas originalmente para complementar narrativa y dramáticamente el guion de una película, pero que además son recordadas por su indudable calidad artística. Muchísimos son los ejemplos de grandes compositores de música para cine a través de la historia, como Max Steiner y sus más 300 partituras para películas, Miklos Rosza y la música de Ben Hur, Bernard Herrmann y Psycho, Ennio Morricone y la famosísima trilogía de Sergio Leone, entre muchas otras, y – cómo no – John Williams, Hans Zimmer o Hildur Guðnadóttir, la compositora de la música original de Joker y la primera mujer en ganar en solitario un Oscar en esa categoría.

Pero la música aplicada puede encontrarse también en variadas áreas, como son los videojuegos, la publicidad y los espectáculos escénicos, entre otros. Detrás de todas ellas, hay músicos, compositores/as y productores/as musicales que vuelcan toda su capacidad creativa para encontrar las notas precisas para un contexto determinado, con sus necesidades, posibilidades y limitaciones específicas.

Pese a ello, la música aplicada se ha considerado en ocasiones como un género menor de creación, en contraste con el academicismo de la música absoluta, autónoma o pura, es decir, aquella que es compuesta y producida sólo con fines artísticos y estéticos, sólo para ser apreciada a través del sentido del oído.

Pero hoy, sin duda alguna, la música aplicada es un ámbito de acción claro y mundialmente extendido para los creadores musicales, en el que no sólo pueden desarrollarse profesionalmente y ocuparse laboralmente, sino en el que también pueden encontrar un legítimo espacio de realización artística.

Sin embargo, por su propia naturaleza complementaria, al menos en nuestro país no siempre recibe el reconocimiento necesario, ni a nivel presupuestario dentro de un proyecto determinado, donde muchas veces las partidas asignadas para este ítem no se condicen con los costos asociados a los requerimientos y/o resultados esperados, ni a nivel de políticas culturales que fomenten su desarrollo con medidas focalizadas.

Incluso dentro del ecosistema del cine que tantas reconocimientos ha obtenido en el extranjero durante los últimos años gracias a diseñadas políticas de creación, producción, distribución, difusión e internacionalización, la música aplicada aún tiene un largo camino por recorrer de profesionalización y desarrollo dentro del ecosistema creativo que le permita alcanzar la sustentabilidad y sostenibilidad.

Considerando el enorme talento musical y creativo que existe en Chile, es de esperar de aquí a un futuro no tan lejano, sea la música aplicada objeto de políticas de fomento focalizadas y, de esa manera, contribuir también al cumplimiento de uno de los compromisos consagrados en la Política Nacional del Campo de la Música 2017-2022 y que dice relación con la sustentabilidad del sector a través de mejoras de “las condiciones para el desarrollo de la música en tanto actividad creativa, entendiendo que constituye un aporte significativo al desenvolvimiento económico de diversos sectores productivos del país, privilegiando un enfoque sustentable”.

Por Ignacio Pérez Marín
Compositor y Productor de Música Aplicada