Ya empecé las clases en Seúl y el frío (-12°, -14°, por ahí) no motiva mucho para salir a recorrer. Y mi vida universitaria no es lo más fascinante de contar.
Pero compañeros de universidad, también extranjeros, nos invitaron el sábado a conocer cómo se carretea (o al menos cómo carretean ellos) en Seúl. Y allá fuimos!
Problema 1: ¿Qué me pongo?
¿Ya dije que hace frío? Pero el frío es problema durante los trayectos. Todos los lugares están calefaccionados. Y si íbamos a salir a comer, beber y bailar, ¿cómo diablos hacerlo?
Finalmente me puse una blusa que parece delgada pero es gruesa y se puede arremangar, jeans con pantys no tan gruesas debajo, bototos, la parka térmica delgada y el chaquetón encima. Así que cada vez que llegábamos a un lugar, dejábamos una pila de ropa en alguna silla al sacarnos las múltiples capas y ponernos a tono.
Problema 2: ¿Cómo nos movilizamos?
El metro funciona hasta tarde, pero no toda la noche. En los dorms en que vivimos hay una regla que penaliza el ingreso entre las 1 y las 5 am. Así que o volvíamos temprano, o volvíamos de madrugada (adivinen qué hicimos XD).
El lugar de la cita era un barrio llamado Itaewon, conocido como el barrio internacional de Seúl, ya que queda casi junto a una base norteamericana, por lo que se habla mucho inglés, y hay locales de comida y carrete más “globales”. Pero además habíamos hablado de visitar otro barrio “de carrete” llamado Hongdae.
Finalmente, fuimos a todos lados y volvimos a los dorms movilizándonos en taxi con alguien con un poco más de experiencia con la ciudad y los coreanos (además de aprender palabras y tips claves para próximas aventuras autónomas).
La historia
Nos juntamos a las 9:30 con uno de nuestros compañeros, que es colombiano. Él estaba con otro amigo colombiano y un norteamericano. Esperábamos además a otra compañera norteamericana. El barrio efectivamente era muy global, se escuchaba el inglés en todos lados y se veían múltiples nacionalidades por las calles.
Fuimos a la primera parada y tuvimos el primer shock. Fue algo así como entrar a uno de esos bares de la Guerra de las Galaxias, pero con humanos. Humanos de todos los tamaños y colores, vestidos de muchos estilos diferentes, jugando taca-taca o beer pong, escuchando rap y comiendo y bebiendo.
Las mesas eran escasas así que quedamos un buen rato de pie, sólo mirando a nuestro alrededor y tomando algo para no desteñir tanto (yo compré apple beer, barata, suave y dulce, me soplaron que podría ser sidra? nunca lo sabré). Apenas conseguimos una esquinita de mesa dejamos nuestra habitual pila de ropa de abrigo. Conversábamos a ratos en inglés y ratos en español, algunos bailaban u se grababan. Pronto supimos que esa era el lugar sólo para calentar motores y pronto nos moveríamos a otro lugar más “prendido”.
Thursday Night (Seoulistic)
La segunda parada estaba a un par de cuadras. Fila en la entrada y buena música. Ya llevaba un timbre y una pulsera de papel de colores en la muñeca. Entramos y estaba REPLETO. Por alguna extraña razón, había una mesa de pool al medio del lugar, y la gente se agolpaba bailando alrededor (pero hacia la mesa, plop). Aquí tuvimos que pagar entrada, pero la entrada le llevaba cover.
Los mejores cover de la historia eso sí: un shot de Jaggermeister, o un vaso chico de Jack o Jack Honey con Coca Cola, o una Budweiser, cosas así (la entrada costó 5.000 wones, si mal no recuerdo, o sea como 3 lucas. Pero puede que haya costado 10, no retuve en realidad. Anyway, no era caro).
Logramos abrirnos paso hasta la barra para “estacionarnos” (buscar un rinconcito donde tirar los abrigos, parkas, bufandas, gorros, etc). La música estaba buena así que comenzamos a bailar, apretujados y todo.
- Primer encuentro cercano: había unos coreanos bailando junto a mí, y de repente uno como que me toma de la cintura como para que baile con él. Yo como que huí, y me persiguió. Huí de nuevo y como que trató de afirmarme. Ahí saltaron los amigos del grupo y me blindaron. Freak! Unas chicas coreanas luego llegaron a bailar con nosotros, estuvieron un rato, posaron para fotos y de repente huyeron.
Gold Bar (OnlyItaeWon)
En el lugar había como 50/50 entre extranjeros y coreanos. No vi a nadie pasado de copas, pero sí bailan con mucho entusiasmo. Incluso entre hombres. Y les gusta que los vean bailar, no bailan medio planchoso como uno. Estuvo entrete el rato, hasta que a petición de alguien del grupo, nos movimos al siguiente destino: Hongdae.
Había un dato de un lugar en ese sector que tocaba música latina. Nos dividimos en dos grupos para tomar taxi, que no son caros. Llegamos a la estación de metro más cercana y entre mapas, llamados e intentos erróneos (y con mucho frío) a los 15 minutos llegamos al local prometido.
Estaba en un subterráneo, tenía una ambientación media tropical y efectivamente tocaban mucho latino. El local tenía varias como tarimas o graderías (ya les dije que les gusta que los vean bailar) y nuevamente como 50/50 coreanos extranjeros, todos moviéndose con entusiasmo al ritmo de Shakira (tocaron hasta el Waka-waka), Danza Kuduro (es universal), algunos ritmos brasileños y hasta Carlos Vives. Mezclado con lo anglo más popular obvio.
Mike’s cabin (Seoulsync)
Cada uno baila en la suya y nadie te mira raro. Tampoco vi a nadie pasado de copas, pero sí harto coqueteo y “pinchazo”. Hasta hicimos un trencito y nos siguió medio local, sentí que había desbloqueado un logro en la vida. Podríamos haber bailado arriba de la mesa (fiu fiu fiuuu) y todo bien.
Cuando ya eran las 4:30 y las fuerzas empezaban a flaquear, decidimos emprender el regreso. Otro taxi a la estación de metro más cercana a los dorms, un infaltable bajón con una hamburguesa en el local 24/7 de la esquina (marca Lotteria) y regreso al hogar … para darme cuenta de que en el bolsillo de mi chaqueta no estaban las llaves (usamos una tarjeta que nos identifica al entrar y salir del edificio, pero al dorm en sí se entra con un código, pura modernidad). Para mi suerte la puerta estaba abierta así que entré rauda y al fin, dormir.
PD: Sólo para comprobar la honradez coreana, busqué por FB el último local en el que habíamos estado y mensajeé preguntando por la llave. Efectivamente estaba ahí, y me la guardaron hasta que la fui a buscar el lunes.
Mi única pérdida: una patita de mi llavero robot de la NASA.
El resto: puras buenas historias y recuerdos. Gracias a los compañeros internacionales por la bienvenida y la orientación carretera.
PD2: Lamento la falta de apoyo visual propio, pero lo que pasa en Seúl … queda en Seúl!
Carolina Pino
Periodista digital, gatera, proyecto de profe y estudiante de MBA. Santiago 2015 – Seúl 2016