Un día ha transcurrido desde la entrada en vigencia de las modificaciones a la Ley de Donante Universal, que implementa un nuevo trámite para quienes deseen ingresar al Registro de No Donantes.

El costo monetario busca reducir al máximo la lista de personas que manifiesten oficialmente su negativa a donar sus órganos, al contrario de lo que ocurría cuando solo era necesario expresar la voluntad a la hora de renovar la cédula de identidad en el Registro Civil.

Las opiniones que se han vertido sobre el tema van tanto a favor de la medida, que significaría un aumento considerable en el ya reducido número de trasplantes que se efectúa en Chile, como en contra por la imposición legal que ello representa.

Las comunidades religiosas con representación en nuestro país desde el principio tuvieron participación en este debate. Incluso tuvieron contactos con representantes del Congreso para expresar su parecer respecto a los lineamientos que debía tener las modificaciones ya vigentes a la ley.

Es el caso, por ejemplo, de la comunidad judía que califica de manera positiva e incluso se promueve la donación de órganos para entregar vida. Sin embargo, el modo en el que ha debido regularse el tema no escapa a sus reparos.

Marcelo Isaacson, director ejecutivo de la Comunidad Judía en Chile, cree que “es lamentable que haya que legislar para que ocurran las donaciones”, estimando que es un proceso que debe nacer independiente del marco legal que lo imponga.

Una perspectiva similar es la que tiene el padre Francisco Javier, de la Iglesia Ortodoxa de la Santísima Virgen María, quien reparó en la inconveniencia en el trato que el personal de la salud tendría hacia los que se ven presionados a tomar una decisión en medio de una etapa dolorosa.

En este sentido, criticó el modo en el que se trata de ejercer una “suerte de imposición sobre las personas que están atravesando momentos difíciles” al momento de procurar órganos. Por ello, agrega, el tema no pasa por cambiar la ley, sino preparar a los médicos para abordar a los familiares, tarea para lo cual él manifiesta que se ha ofrecido.

La visión es compartida por Diego Vivar, quien reside en Antofagasta y es miembro de la Iglesia de Jesucristo de Los Santos de los Últimos Días. Reconoce que no se les impide donar, pero, dejando entrever la diferencia con la ley, la iglesia sí les da la posibilidad de optar. “Al igual que lo sería el voto obligatorio”, agrega, “es injusto que se nos encasille en una opción por defecto sólo por que hace falta quorum”.

Donde existe una perspectiva más definida y se establecen limitantes es desde los Testigos de Jehová. Alejandro Rosa, vocero de la Oficina Pública de la congregación en Chile, establece que sí están a favor de la donación y el trasplante, mientras no involucre transfusión de sangre que, aclara, se encuentra prohibido en las Santas Escrituras.

Sin embargo, reconoce que es un procedimiento que dejan a criterio de cada persona, sin imponer sanciones ni castigos. “Cuando algo se deja a decisión del individuo, es él quien deberá explicarse ante Dios Altísimo”, afirma.

Por su parte Manuel Marín Cancino, presidente regional de los jóvenes bautistas de la región de Arica y Parinacota, observa con optimismo las nuevas disposiciones y considera, en cuanto a la Biblia, que no se establece impedimento para donar órganos o sangre.

“Como cristianos somos luz del mundo, cualquier cosa que podamos hacer para ayudar al prójimo, ya sea vivo o muerto, tiene que ser bienvenida”, subraya Marín.

En la Iglesia Católica se apoya la donación de órganos en la encíclica Evangelium Vitae de 1995 respetando los fines terapéuticos y sin lucro del proceso. Así lo detalla el médico y docente de Bioética de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, Andrés Olea, quien presenta sus reparos a lo que muchos ven como una imposición de la ley.

“La donación es un auténtico acto libre de caridad, que debe ser alentado como manifestación de solidaridad generosa. Es inadmisible la donación cuyo donante o sus legítimos representantes no han dado su consentimiento, libremente deseado y expresado”, expresó el académico.

Quien realice el trámite para excluirse de la donación de órganos quedará en un escalafón inferior a la persona que no haya protocolizado su negativa, en la eventualidad que los dos requieran el mismo órgano.