Cualquier aficionado a los conciertos musicales se ha encontrado alguna vez con la visión tapada por un mar de teléfonos móviles, que le han impedido disfrutar plenamente de toda la emoción del espectáculo.

Cuando la actuación alcanza su máximo apogeo, lo que más se ve entre el público es el brillo de las pantallas de los dispositivos móviles, una tendencia que va en aumento y ha llevado a algunos artistas a reaccionar.

“La gente que prefiere grabar un concierto a verlo con sus propios ojos” está estropeando la “esencia misma de la ‘experiencia en vivo’”, dijo Glenn Max, un productor que ha trabajado con Massive Attack, John Cale y Patti Smith.

“Está claro para los artistas que el público está dejando de experimentar la música directamente, prefiriendo sentirla a través de su teléfono”, lamentó el ahora director artístico del proyecto cultural londinense Village Underground,.

El vocalista del grupo de rock independiente The Charlatans, Tim Burgess, urgió a los aficionados a usar “la grabadora de nuestro cerebro”, que “tiene muchos mejores efectos que los que se pueden encontrar en un teléfono”.

Imágenes “filmadas desde un kilómetro con los amigos del ‘realizador’ cantando a grito pelado” no pueden capturar la emoción de un concierto, explicó por mail a la AFP.

Según Glenn Max, además de arruinar el placer de los espectadores, esta práctica también molesta a las personas que evolucionan sobre el escenario.

“Afecta tremendamente a la experiencia del artista y a muchos niveles”, explicó.

“Los artistas trabajan dura y minuciosamente para que se les represente de la manera como conciben su propio trabajo. Imagínate cantando con toda tu alma a un público que te despoja de esa dignidad”, agregó.

Los rockeros alternativos estadounidenses Yeah Yeah Yeahs tomaron cartas en el asunto y antes de un concierto en abril colgaron carteles en las puertas del Webster Hall de Nueva York que pedían a los fans que se abstuvieran de filmarles “por cortesía hacia la persona que está detrás” y hacia los propios integrantes del grupo.

El excantante de The Stone Roses Ian Brown y el líder de Pulp Jarvis Cocker, uno de los estandartes del brit pop, también se han referido a esta tendencia que no está confinada al mundo de la música pop/rock.

El pianista polaco Krystian Zimerman se marchó recientemente echando chispas del escenario del Festival de Piano del Ruhr, en Alemania, después de ver a un espectador filmando su actuación.

“YouTube está teniendo un efecto muy destructivo sobre la música clásica”, explicó tras la actuación.

Por otra parte, gracias a estas grabaciones caseras, los fans que viven en países que no figuran en la ruta habitual de las giras musicales pueden hacerse una idea de lo que es un concierto en vivo.

Tim Burgess también subraya los beneficios para quienes no tienen dinero para pagarse entradas de conciertos o para los jóvenes que tienen vetado el acceso por restricciones de edad.

Las compañías discográficas, que ya han visto disminuir sus ingresos por ventas de discos debido a los avances tecnológicos, son propietarias de los derechos exclusivos de grabación de la música de sus artistas, lo que significa que los promotores hacen “lo posible” para evitar las filmaciones ilegales, explicó Chris Cooke, experto legal y cofundador de la web de noticias Complete Music Update.

Aunque no es “específicamente ilegal”, los organizadores de conciertos podrían demandar a los transgresores por violación de contrato si las entradas precisan que está prohibido filmar, dijo.

Apple tiene al parecer desde 2011 un sistema patentado que impediría que sus teléfonos graben vídeos durante los conciertos, aunque si llegara a ver la luz seguramente generaría polémica.

Mientras muchos temen que los vídeos aficionados pueden hacer que las ventas de DVD de conciertos sigan el mismo camino que las de la música en soporte físico, otros ven una oportunidad.

A pesar de varios intentos fallidos, algunas discográficas siguen trabajando en la idea de un modelo de web rentable que combinara estas imágenes procedentes del público con “una captura decente de sonido de la mesa de sonido”, según Chris Cooke.

En todo caso, los vídeos de aficionados no parecen representar una amenaza para los ingresos de la industria de la música en directo, que aumentaron cada año en todo el mundo desde 2006, hasta alcanzar los 23.500 millones de dólares en 2011, según datos de GrabStats.com.

Como señaló a la AFP Jem Finer, uno de los miembros fundadores del grupo The Pogues: “No se puede experimentar un concierto en directo sin estar en un concierto en directo”.