Chile es considerado como uno de los países más activos en lo que a sismos se refiere, principalmente, debido a su ubicación en el llamado Cinturón de Fuego del Pacífico que se caracteriza por albergar algunas de las zonas de subducción -deslizamiento del borde de una placa de la corteza terrestre por debajo de otra- más importantes a nivel mundial, lo que genera una intensa actividad sísmica y volcánica.
Sin ir más lejos, nuestra nación ostenta el triste récord del terremoto más potente en la historia de la humanidad, registrado en Valdivia en 1960, el cual alcanzó una magnitud de 9,5 grados.
Por ello, no es de extrañar que los científicos apunten a Chile a la hora de investigar cómo afectan los movimientos telúricos a nuestro planeta.
Precisamente, una investigación de la Universidad de Cornell (EEUU) -publicada el pasado domingo en la revista Nature Geoscience- puso en duda la teoría de la elasticidad de los terremotos, tras descubrir que éstos pueden agrietar la Tierra de forma permanente.
Según lo detallado por el sitio web LiveScience, los modelos vigentes sugieren que toda la deformación de la placa superior relacionada con los ciclos sísmicos es elástica, es decir, que tras un período de tiempo vuelve a su lugar como lo hace una banda elástica y que, por lo tanto, el daño no es permanente.
No obstante, el nuevo estudio liderado por el geólogo estructural Richard Allmendinger cuestionó estos paradigmas, tras postular que los terremotos de magnitud 7 o superior provocaron que la corteza en el norte de Chile se quebrara de manera permanente.
En este sentido, el experto señaló que durante su indagación en la zona norte de nuestro país se hallaron lugares en los que estas grietas estaban muy expuestas: “Todavía recuerdo haberme sentido impresionado -nunca había visto nada como éstas (grietas) en mis 40 años como geólogo- y también perplejo”.
“¿Qué eran estas características y cómo se formaron? Los científicos odian dejar cosas como éstas sin explicar, así que este tema quedó dando vueltas en mi mente”, agregó Allmendinger.
Gracias al registro de los numerosos sismos en las rocas del norte chileno, los investigadores pudieron examinar su comportamiento durante un largo período de tiempo y, así, descubrir ciertos patrones.
Tras ello, hallaron que entre el 1% y 10% de la deformación de la Tierra causada por entre 2.000 y 9.000 grandes terremotos, en un período de entre 800.000 años y 1 millón de años, era permanente. En este cálculo, se incluyen las grietas en la corteza del Desierto de Atacama.
Con los resultados en mano, Allmendinger y su equipo sugirieron que la corteza tendría menos elasticidad de la que se pensaba hasta ahora.
“Sólo en un lugar como el Desierto de Atacama pueden ser observadas estas grietas. En todos los demás lugares, los procesos de las superficies los borran dentro de días o semanas de su formación, pero en Atamaca se preservaron por millones de años”, añadió el especialista.
Cabe señalar, que los científicos creen que los resultados obtenidos en el norte de Chile pueden ser aplicables en otras áreas.
Al respecto Allmendinger dijo que Iquique, una de las áreas que él y su equipo estudiaron, “es uno de los pocos lugares junto con la parte occidental de Sudamérica que no ha tenido un gran terremoto en los últimos 100 años, por lo que hay una gran probabilidad de que ocurra un gran sismo en las próximas décadas (…) Podríamos poner a prueba nuestras predicciones sobre los terremotos, si el nuevo gran sismo en ese lugar ocurre en las próximas dos décadas”, concluyó.