Una ONG acusó el jueves al ejército sirio de la muerte de unos 100 civiles en una nueva “masacre”, pero Rusia defendió al régimen de Bashar al Asad y consideró “una blasfemia” imputarle el atentado con bomba que esta semana mató a 87 personas en la Universidad de Alepo.

Esta semana se registraron en Siria matanzas de gran magnitud. El martes, el régimen y los insurgentes se acusaron mutuamente del atentado en la Universidad de Alepo, que costó la vida a 87 personas, según el Observatorio de los Derechos Humanos (OSDH).

Militantes y testigos, afirmaron que la aviación disparó dos misiles contra esa facultad, que en una época fuera el centro de las protestas en la próspera ciudad comercial, que durante largo tiempo permaneció apartada del levantamiento contra el régimen.

Por su parte, el ejército acusó a los rebeldes de haber “cometido un nuevo crimen al disparar cohetes contra la Universidad de Alepo” para “cubrir su fracaso”.

Estados Unidos, acusó al régimen de Bashar al Asad de haber cometido este “ataque abyecto”. Esta declaración fue considerada “blasfema” por el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov.

“Ayer ví en CNN comunicaciones que no excluyen que el atentado haya sido cometido por las fuerzas armadas del país. No puedo imaginar mayor blasfemia”, dijo el ministro en conferencia de prensa durante una visita a Tayikistán.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, condenó “el espantoso ataque” y recordó que “tomar deliberadamente como blanco a civiles constituye un crimen de guerra”.

El martes, las tropas mataron en 24 horas a 106 civiles, entre los cuales había mujeres y niños, según el OSDH, a poca distancia de la ciudad de Homs (centro), en una zona de huertos donde se habían refugiado uns mil desplazados para escapar a los bombardeos contra “la capital de la revolución”, sitiada desde hace más de seis meses.

El OSDH, que se basa en las informaciones de una amplia red de militantes y médicos en Siria, afirma que varias personas murieron en el incendio de su casa y que otras fueron ejecutadas con armas blancas.

El diario al Watan, vinculado al régimen sirio, afirmó por su parte que el ejército “logró progresar asombrosamente” en los alrededores de Homs a pesar de “hombres armados”, términos que designan a los insurgentes.

Sin embargo, según los militantes en la zona, citados por el OSDH, no hay rebeldes en esa región, situada a 5 km al centro de Homs.

El miércoles, tres atentados suicidas con coche bomba mataron, según el OSDH, a 35 personas -entre las cuales había 18 soldados- en Idleb, la principal ciudad del noroeste de Siria, un islote que todavía sigue controlado por el ejército, lo que no sucede con la mayor parte de la provincia del mismo nombre.

La utilización de kamikazes y la simultaneidad de los ataques recuerdan los métodos de Al Qaida y del Frente al Nosra. Ese movimiento, que reivindicó la mayor parte de los atentados suicidas en Siria, fue colocado en diciembre en la lista estadounidense de organizaciones terroristas.

El jueves, once personas, entre las cuales había siete niñas y tres mujeres, perdieron la vida en ataques aéreos cerca de Damasco, según el OSDH.

Un video colgado en internet por los militantes mostró los cadáveres de varios miembros de una misma familia, así como sus niños, entre los cuales había una niña de dos años, según el camarógrafo.

Un segundo video mostró a hombres que sacaban el cadáver de un hombre sepultado bajo los escombros, uno de ellos insulta al presidente sirio: “Bashar al Asad, el traidor”, grita frente a la cámara.

El miércoles, 148 personas, entre las cuales había 77 civiles, murieron en toda Siria, donde la violencia no disminuye en el 23er mes de un conflicto que ya ha dejado, según la ONU, más de 60.000 muertos.