Pese a que las manifestaciones antioccidentales se multiplican en Medio Oriente, Estados Unidos no puede tomar medidas en contra del autor del polémico filme que desató una ola de violencia en los países musulmanes gracias a la libertad de expresión garantizada por su Constitución.

La película, que presenta a los musulmanes y a su profeta Mahoma como seres inmorales y violentos, encendió los ánimos en Egipto y Libia, extendiéndose a otros países de África y Asia e incluso a Indonesia.

Este viernes, murieron tres personas y 28 más resultaron heridas durante protestas en Túnez. El martes, cuatro estadounidenses habían fallecido en la ciudad libia de Bengasi durante el ataque a la misión diplomática en una violenta manifestación provocada por el filme.

Aunque las autoridades estadounidenses han reforzado la seguridad en todas sus misiones diplomáticas, no pueden legalmente impedir la difusión de la película, “La inocencia de los Musulmanes” (Innocence of Muslisms), una producción de bajo presupuesto, realizada en Estados Unidos y financiada por un productor ligado a la iglesia copta, identificado como Nakula Basseley Nakula, de 55 años, que vive en California.

“Yo sé que es difícil comprender por qué Estados Unidos no puede prohibir este tipo de videos (…) pero quiero señalar que con las tecnologías modernas esto es imposible. Pero incluso si no lo fuera (…) no podemos impedir que los ciudadanos expresen sus puntos de vista, aun cuando no los compartimos”, declaró la secretaria de Estado, Hillary Clinton.

“Incluso defender la violencia es algo que está protegido (por la Constitución). E incluso en este caso no se trata de violencia, es sólo una parodia y una crítica de la religión”, estimó Eugene Volokh, profesor en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), sobre la libertad de expresión garantizada en la primera enmienda de la Constitución estadounidense.

De esta manera, Nakula no solo no podrá ser perseguido por las autoridades norteamericanas, sino que además tiene el beneficio de la protección policial en su casa, ubicada a las afueras de Los Ángeles, y en donde permanece recluido por miedo a represalias.

Por su parte, Steve Klein, un cristiano evangélico, y quien admite haber trabajado como consultor en la película, aseguró que no se sentía responsable de la muerte de los cuatro estadounidenses muertos en Bengasi.

“Yo no asesiné a esas personas, son ellos (los manifestantes en Libia), quienes apretaron el gatillo. Fueron ellos los que asesinaron al embajador”, dijo en la cadena de televisión CNN.

Algunas partes de la película de bajo presupuesto, difundidas en internet o por canales de televisión privados, hacen referencias a la vida de Mahoma, del que se burla, tocan temas como la homosexualidad y la pedofilia y presentan a los musulmanes como inmorales y gratuitamente violentos.