A comienzos de abril les contábamos que la psicoterapeuta Philipa Perry postulaba que los niños maltratados o víctimas de graves abusos podían llegar a ser capaces de matar a sus padres. Asimismo, un documental de HBO, llamado “Hijos de la Ira”, hace algunos años planteaba que los menores sometidos a estas situaciones se convertían en personas “sin conciencia, capaces de herir o asesinar a alguien sin remordimientos”, según consigna Yahoo!.

La duda que surge es si un niño que creció en un ambiente relativamente normal y con todos sus derechos respetados, puede convertirse en un “psicópata”. Para ahondar en el tema, The New York Times publicó un artículo con respecto a los niños que presentan síntomas de psicopatía similares a los de los adultos, poniendo como ejemplo al caso de Michael, un menor de 9 años cuyos padres aseguran que tiene un carácter extremo, frío, inteligente, calculador, violento, y que no muestra empatía o remordimiento por los demás, pese a crecer en un hogar tranquilo y lleno de amor. “Siempre he dicho que Michael será un premio Nobel o un asesino en serie”, dijo su madre Anne.

En este sentido, los expertos están divididos en torno a si es adecuado etiquetar a un niño como “psicópata”. Por un lado, los cerebros de los pequeños aún están en desarrollo, y la psicopatía en gran medida es considerada como intratable. Por otro lado, identificar a los niños crueles o sin emociones cuando a temprana edad permitiría diseñar un tratamiento exitoso. Pero llegar a un diagnóstico no es sencillo.

Algunas tendencias, como el narcisismo y la impulsividad, que son signos evidentes de un psicópata, son también parte de la infancia. De hecho, la opinión general señala que los niños pueden ser capaces de tener algunas tendencias abstractas psicópatas que sólo realmente se desarrollan a medida que se convierten en adultos.

Sin embargo, otros especialistas como Paul Frick de la Universidad de Nueva Orleans están desarrollando una serie de exámenes psicológicos que podrían predecir con precisión si un infante se convertirá en alguien peligroso. Si se llegase a establecer un patrón definitivo, un menor podría ser etiquetado como psicópata pequeño y permitiría a los expertos cambiar su destino.

Según Frick, los niños con rasgos psicópatas, generalmente son extremadamente inteligentes, capaces de mentir y manipular sin remordimientos, lo que hace más difícil entender lo que están haciendo y por qué. “No les importa si alguien está enojado con ellos. No les importa si lastiman los sentimientos de alguien”, dijo el especialista.

Como ejemplo de niños con personalidades extremas, New York Times mencionó a Jeffrey Bailey, quien en 1986 -cuando tenía 9 años- empujó a otro pequeño de apenas 3 a una piscina en Florida y luego acercó una silla para ver como se ahogaba. Luego, se levantó y se fue a su casa como si nada hubiese pasado.

Otro caso similar es el de Jon Venables y Robert Thompson, ambos de 10 años, quienes en 1993 tomaron de la mano James Bulger (de 2 años) y lo llevaron a un centro comercial de Liverpool, Inglaterra. En las afueras del recinto lo torturaron hasta la muerte.

En tanto, en 1998, la madre de Joshua Phillips (14) limpiaba su dormitorio cuando descubrió el cuerpo de una vecina de 8 años de edad. El niño explicó que la mató luego de que la niña no se cansara de gritar porque le habían pegado casualmente con un bate de béisbol en el ojo.

“Los psicópatas no se sienten culpables porque son ciegos de la culpa,” manifestó Frank Ochberg, ex psiquiatra del FBI que estuvo a cargo del equipo de consejería tras la matanza de Columbine. El profesional agregó que a diferencia de la psicosis -que implica una alucinaciones- los psicópatas saben perfectamente lo que hacen.

Con respecto a los niños que desarrollan tendencias psicópatas pese a crecer en ambientes familiares tranquilos y alejados de los abusos, como el caso de Michael, algunos expertos señalan que la psicopatía, al igual que otras enfermedades mentales, pueden tener un componente genético. Sin embargo, otros creen que si bien este componente puede estar, no es lo más importante. “Uno no nace psicópata, pero la base está ahí”, expresó Robert Hare, profesor emérito de psicología de la Universidad de British Columbia y autor del libro “Sin Conciencia: el inquietante mundo de los psicópatas entre nosotros”.

Lo cierto, es que aún no hay consenso en la comunidad científica en torno a si un niño realmente puede ser un psicópata, lo que si está claro es que reforzar la capacidad de empatía y conciencia en torno a los demás en los más pequeños, es importante.