Hay variadas posibilidades, del por qué hoy existe una distancia tan grande entre la ciudadanía y los miembros de la clase política, como por ejemplo, el parlamento y el poder ejecutivo. He aquí, algunas de las causas de este mal. Este artículo es producto de leer y observar. Con ello, sacamos conclusión, que lo que digo, no escapa a la realidad.

La primera es, la falta de credibilidad. Los chilenos se cansaron de creer en nuestras autoridades. El Presidente de la República, Sebastián Piñera, ha caído en incongruencias fatales, como por ejemplo, a la hora de evaluar sus propuestas de campaña. Obviamente las cifras del gobierno, escapan de la realidad. Un ejemplo de promesas, es el tema de la reconstrucción sobre el desastre del 27 F. Sólo el ejecutivo cree que llega al 66%. Los afectados saben que ello no es así, igualmente, las autoridades locales de las principales comunas afectadas.

En el caso de la Concertación, o las cenizas que quedan de ella, a 2 años de dejar el poder, aún no asumen que ya no viven en La Moneda. Sus conflictos internos, los tienen con un pie en la sepultura, y eso que estoy siendo benevolente. La falta de renovación de sus rostros directivos, el horroroso manejo político como bloque de oposición, son nulo aporte para Chile. La gente se cansó de ellos, cosa que nada hacen por remediar.

La segunda tiene que ver con sus escandalosas remuneraciones. Entre 4 paredes el Senado no excluyo a ninguno de sus miembros, se confabularon en aumentarse su dieta en $ 2.000.000, como si nada. Esto es, simplemente, una provocación a una ciudadanía, que en su mayoría, trabaja más que ellos. Es vergonzoso y patético, realizar este tipo de acciones, más aún, cuando pasan por una decadencia ética y moral impresionante.

Desde hace un tiempo, se han conocido los suculentos honorarios de los apernados asesores del Presidente Piñera y algunos de sus ministros. No se justifica que el Estado se farree de esta forma la plata de todos los chilenos.

La tercera, la flojera de los llamados servidores públicos. Sacan la vuelta a destajo. Nadie controla sus horarios de trabajo, sus gastos reservados y de los beneficios que les otorga su investidura. Junto con esto, es la ineptitud de ellos, que llegan a improvisar a sus cargos, con el agregado, de llevar a cuanto familiar y amigo a ocupar puestos de trabajo, cuyo máximo aporte, es de cobrar su sueldo.

La cuarta se refiere a la complicidad entre los mismos políticos. Siempre hay grupos que terminan cuidándose las espaldas el uno al otro. Si se ven envueltos en acusaciones o polémicas, el lobby para acallar su presunta vinculación en éstas, es gigantesco, ya que buscan proteger sus intereses a como de lugar. Recordemos, por ejemplo, cuando el senador Guido Girardi, apoyó hace un mes atrás al ex parlamentario, Jorge Lavanderos, condenado por abuso de menores. Otro caso, el Coronel y ex Dina Cristián Labbé, actual alcalde de Providencia, que homenajeó al “señor” Krassnoff.

La quinta, su habilidad para cometer actos de corrupción. Cuántos son los concejales, alcaldes o funcionarios del estado envueltos en este tipo de casos. Incluso se confabulan con sus propios equipos de confianza, para ponerle ruedas a los recursos fiscales. Para robar, son campeones mundiales, pero descaradamente, lo niegan. Un ejemplo actual es el ex alcalde de Hualpén, Marcelo Rivera y compañía, condenados por los Tribunales de Justicia por apropiación indebida y otras causas, el ex diputado de Renovación Nacional Maximiano Errázuriz y el ex PPD Víctor Manuel Rebolledo, sólo por nombrar algunos casos.

La sexta, sus lateras conferencias de prensa. Son siempre en el mismo tono. La de descalificarse mutuamente y encontrar todo malo. Sólo vean un noticiario donde aparezca hablando un político, todo lo encuentran malo. No son pocos, unos simplones resentidos y con poca memoria del pasado. No aportan nada. Observen y miren al senador Camilo Escalona, al diputado Andrade o Iván Moreira. Siempre con cara de enojados, frente arrugada y peleando con todos.

La séptima y última de hoy. Por Dios que son fomes los políticos. Escucharlos ya es un esfuerzo. Vean el programa de TVN el día domingo, Estado Nacional… es para caer en una depresión severa. Es lo mismo que cuando el Sacerdote, hace su prédica en la misa. Observen, cuantos feligreses bostezan, pescan el celular para jugar o están mirando para cualquier lado. Bueno, con los llamados “a servir al país” ocurre exactamente igual. Además, si miran bien, siempre andan con ternos de colores café o gris, que representan lo que son, unos lateros.

Víctor Huidobro es periodista. Vive en Santiago y escribe regularmente en su blog, El Nada Serio. Tiene su cuenta de Twitter en @elnadaserio