Y se vienen los comicios. Peleas y mentiras al por mayor, de un alto porcentaje de los protagonistas.

Decir que aún no comienza el periodo de campaña electoral para las elecciones de alcaldes y concejales, sería como decir que eliminarán el impuesto específico a los combustibles.

Como soy un crítico con opinión, independiente e informado, el tema de hoy no escapa a ello. Más bien, quiero ilustrar lo que observo en los potenciales candidatos, servidores públicos por “naturaleza”, como suelen definirse ellos.

Quiero ser claro. Hay postulantes a los sillones edilicios, como también a los concejos municipales, que son destacables, honestos y trabajadores. Decir que todos son malos, es caer en la parcialidad y en la irresponsabilidad de mi parte.

Lo que me convoca en este artículo, son varios puntos que iré analizando, uno por uno, pero se refiere justamente a los que no tienen capacidad ni preparación para este tipo de cargos.

El primero tiene que ver con los méritos, exigencias y requisitos que se les exige a estos señores. En pocas palabras son escasos, lo que ya es malo. La calidad y experiencia de un porcentaje importante de los candidatos, no califican para la responsabilidad que es dirigir el destino de los municipios del país y de un concejo municipal.

Lo anterior, lo menciono porque no son pocos, los que en este minuto están en ejercicio y otros ya no, que se han visto involucrados en hechos de corrupción, como por ejemplo, el alcalde de Hualpén, Marcelo Rivera.

Da la impresión, que no son pocos de “los llamados a servir a la patria”, que buscan intereses personales, tales como apernarse a estos cargos, para recibir una remuneración, que en ninguna otra parte pueden obtenerla.

Incluso, es conocido por intermedio de los medios de prensa, que hay autoridades que han falsificado documentos de sus estudios secundarios, con el fin de llegar al poder. Eso para mí, ya es grave, porque me deja en claro, que su intención es el dinero fácil.

Lo segundo tiene que ver con la mitomanía electoral. Año de elecciones, año de mentiras y de ofrecer geniales promesas, como si fueran candidatos para ingresar a un circo. Uno los escucha y la otitis aflora de manera instantánea. Sería más práctico y honesto, guardar silencio.

Estoy seguro que, a la mayoría de los chilenos, les desagrada ver como son elegidos candidatos por los partidos políticos que los apoyan, elegidos en base al pituto o a apernarse en la directiva de éstos. Como siempre he dicho en mis artículos, llegan a improvisar a estos cargos, porque no tienen idea de cómo funciona y se dirige un municipio. Lo malo es, que somos nosotros mismos lo que los elegimos. Debemos hacer una mea culpa.

Lo tercero es, y que alguien se atreva a negarlo, cuántos de ellos que son elegidos, les gusta tener un poco de poder aunque sea. El pecho se les para, cámaras de televisión y flash de la prensa escrita, tienen beneficios fiscales, cobran unas lucas, que en el caso de los concejales es alta, si se compara al tiempo de trabajo.

Además, el agregado importante, es que hacen seminarios y convenciones en que van todos los alcaldes y concejales del país, a una ciudad determinada, que para muchos son como unas verdaderas vacaciones familiares. Lo que indigna, es la farra económica que ello implica. Son cientos de millones de pesos en gastos de traslados, hoteles, comidas y otros, que son cancelados por todos los chilenos.

Lo peor es que ellos son los únicos que se creen el cuento, de que estos seminarios dejan resultados importantes para el desarrollo del país. El tema pasa, es que la ciudadanía en general, desconoce el gasto que implica movilizar y atender a estas autoridades y menos aún, que resultado concreto deja. De seguro, no faltará el edil o concejal que me tratará de ignorante, pero la realidad, en general, es la que describo aquí.

Soy honesto en afirmar que, soy un contrario a que exista el cargo de concejal. Es un gasto evitable para el estado. Si medimos costos versus productividad, los números rojos brillan. Si hay que fiscalizar, deben despertar los diputados para ello y/o la Contraloría, que a mi juicio, cumple una labor extraordinaria en las últimas décadas.

Cuarto, el periodo de campaña en sí, es un desastre. Ver como gastan cantidades atroces en letreros, afiches, murallas pintadas y toda la parafernalia que significa una campaña, es una burla para quienes luchan por un sueldo mínimo ético, como le llaman ahora.

Aparte, les es más fácil pagar multas, que cancelar por limpiar las comunas después que finalizan el periodo de promoción. Vaya a darse una vuelta por su comuna, y vera que lo que menciono es cierto. Aún debe haber una esquina donde diga “Lagos Presidente”.

Un dato. No olvido una vez, sentado frente a un candidato a un municipio, ver facturas de gastos de campañas de hasta las empanadas que llevan a un acto, con el fin de rebajar el IVA. Es decir, el fisco pierde por todos lados.

Por todo lo anterior, es que me indigna estos tiempos de campañas electorales. Uno se acostumbra a escuchar mentiras de la clase política todo el tiempo, pero estos meses, es presenciar un desfile de falsas promesas, de personajes que sólo llegan a lucrar a los municipios y lo peor, es que lo pagamos todos los chilenos.

Estos comentarios son el resultado de la pérdida de la credibilidad de nuestros peculiares políticos y autoridades que nos gobiernan. No le exijan más a la gente, estos señores colmaron la paciencia hace años.

Víctor Huidobro es periodista. Vive en Santiago y escribe regularmente en su blog, El Nada Serio. Tiene su cuenta de Twitter en @elnadaserio