La región de Christchurch se preparaba para afrontar una violenta tormenta este lunes, menos de una semana después de haber quedado parcialmente destruida por el sismo más mortífero desde 80 años en Nueva Zelanda.

Un temporal debería llegar la tarde del lunes, con ráfagas de viento de 130 km/h en la región y 90 km/h en ciudad, según los servicios meteorológicos, y los equipos de rescate podrían verse obligados a suspender su trabajo en medio de las ruinas.

“Si las ráfagas son muy fuertes, tendrán un impacto en las estructuras y eso afectará a las operaciones de rescate en los lugares donde los edificios son inestables”, declaró el alcalde de la ciudad, Bob Parker.

En Sumner, un barrio exterior de Christchurch, los vecinos de dos calles fueron evacuados después de la aparición de fisuras en un acantilado que domina el barrio.

Las réplicas seguían y una de ellas alcanzó una magnitud de 4,7 grados.

El sismo registrado el martes pasado ha dejado 148 muertos, según el balance publicado este lunes, y medio centenar de desaparecidos.

Los últimos sobrevivientes fueron rescatados el miércoles, al día siguiente del sismo.