El término Jet Lag (descompensación horaria) se aplica a las personas que por viajes deben adaptar su rutina a los horarios de otros países. Por otra parte, el “Jet Lag Social” es un término que explica cómo la falta de sueño influye en las funciones básicas de cada persona.

Un ejemplo de este concepto es cuando la persona despierta en medio de la noche y no vuelve a conciliar el sueño hasta un par de horas después. Esta situación puede provocar efectos severos en la salud, como desequilibrios hormonales, aumento del riesgo de padecer enfermedades del corazón, accidentes cerebrovasculares, diabetes y depresión.

El neurofisiólogo Rafael del Río, en entrevista al diario español El País, explicó que este nuevo término tiene relación directa con todos los estímulos presentes en la vida cotidiana de las personas, sean internos o externos.

Pixabay (CCO) Pexels
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“Es grande el impacto que tiene sobre nuestro ciclo sueño-vigilia la presencia de estímulos persistentes, que provienen del modo de vida actual. Estos no respetan los encarriladores naturales del sueño típicos, como son la luz y la oscuridad”, indicó.

Por otra parte, la también neurofisióloga Inmaculada López, indicó que este fenómeno se debe a la falta de sincronización entre el organismo y las actividades de la rutina diaria, “entregando luz en horas donde el cuerpo necesita oscuridad”, sostuvo.

“Todo está motivado por factores como el uso de pantallas y dispositivos electrónicos durante la noche, que nos mantienen activados, por la exposición a luz intensa durante la noche y, en general, por la tendencia a retrasar el horario de ocio y de vida social, etc; manteniéndose por la mañana nuestras responsabilidades laborales, que nos obligan a madrugar, dando lugar a una falta de sueño acumulada durante la semana y a una gran dificultad para levantarnos”, agregó.

Captura | MejorSalud
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La doctora López agrega que en el día es muy necesario absorber la luz necesaria para que el cuerpo gaste la energía de forma correcta, llegando así a la noche con una intención determinada de descansar.

“Con la luz se inhibe la secreción de melatonina, que es la hormona que nos ayuda a dormir y también por la mañana aumentan los niveles de cortisol, que es la hormona del despertar, la que nos aporta energía. Es razonable pensar que al despertarnos muy temprano y en oscuridad transcurren con menor facilidad, dando lugar a una mayor dificultad para levantarnos y a un agotamiento tanto físico como mental”, detalló.

Algunos consejos para prevenir esta situación

Cerrar definitivamente las actividades diarias, descartar el uso de aparatos móviles durante la noche y evitar el consumo de ciertos alimentos es clave para prevenir efectos negativos sobre el sueño y lograr un descanso reparador.

“Es necesario adelantar nuestro horario de sueño, para que nuestro tiempo de descanso sea suficiente. Además de evitar realizar tareas estimulantes antes de irnos a dormir e intentar relajarnos con una luz tenue antes de irnos a la cama, porque todo ello nos hará sentir sueño antes”, aclaró la doctora Inmaculada López.

La profesional sostuvo que el ejercicio físico ayuda a “desconectar” el cuerpo de las actividades de trabajo y gastar la energía acumulada por la exigencia del día, disponiendo el cuerpo para un posterior descanso.

“Hasta que sea posible la exposición a luz natural, habría que tener suficientemente iluminada nuestro área de trabajo, limitar el uso de cafeína e incluso realizar alguna actividad física”, recomendó.

John-Mark Smithv(CCO) Pexels
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En este sentido, la ingesta de alimentos en la noche puede ser fatal para conciliar el sueño. Por lo que se recomienda adecuar esta actividad a 3 horas antes de irse a la cama.

“Al menos tres horas antes de ir a dormir, se debe evitar excitantes y tóxicos como el tabaco y alcohol, cenar de forma ligera también al menos unas tres horas antes de ir a la cama y seguir un horario de sueño regular, es decir, intentar dormir, en lo posible, en torno a las 8 horas”, concluyó.

Por último, el doctor Rafael del Río insistió en que las personas no deben romper las rutinas estructuradas por el propio organismo.

“Nuestro cuerpo funciona coordinado con el tiempo de forma rítmica y muchos de estos ritmos son circadianos. Cuando cambiamos las horas de acostarnos y levantarnos eso repercute en nuestro sueño, que tiene que ajustarse y también a otros ritmos que tienen que estar sincronizados con el ciclo día y noche”,cerró.

En síntesis, evitar situaciones como no conciliar el sueño de noche va en directa relación con respetar las propias rutinas del cuerpo humano con los periodos del día y unir las actividades humanas con los horarios que les corresponden.