Aunque no existen reglas que nos digan cuándo acudir al psicólogo, hay etapas de la vida en que no sabemos cómo resolver ciertos problemas y las emociones están más allá de lo que podamos soportar. Sin embargo, la decisión de buscar ayuda profesional depende de cada uno.

Tomar la decisión de ir al psicólogo no resulta fácil por varios factores, muchas veces está la vergüenza o el temor a ser considerado “loco”, también está la incomodidad de contar cosas privadas a un desconocido, y lo más difícil es reconocer que se necesita ayuda profesional porque hay algo que está afectando nuestro funcionamiento general.

Para María Ester Buzzoni, coordinadora del Área Clínica de la carrera de Psicología de la Universidad San Sebastián, se debe partir de la base que una persona puede iniciar un trabajo psicoterapéutico por diversas razones, que van desde el interés por el autoconocimiento hasta la aparición de síntomas molestos, “sin embargo, es importante consultar cuando la sintomatología interfiere en el funcionamiento general; esto puede ser de diversas características: ansiosa/angustiosa, depresiva, fobias que interfieran la rutina cotidiana; fenómenos psicosomáticos persistentes, alteraciones del sueño o de la conducta alimentaria, entre otros”.

Los expertos indican los siguientes síntomas como alguno de los que alertan la necesidad de consultar a un especialista:

1. Dificultades importantes para conciliar el sueño y descansar.

2. Somatiza sintiendo diversos dolores físicos ante determinadas situaciones o ataques de ansiedad (presión en el pecho, aceleración del ritmo cardiaco, hiperventilación, sudoración).

3. Sus emociones negativas se desbordan (rabia, angustia, tristeza, impotencia…).

4. Se siente sobrepasado por las situaciones cotidianas.

5. No encuentra soluciones para una situación límite y su área emocional opera sobre la reflexiva.

6. Lo invaden pensamientos negativos o catastrofistas, que le provocan temor y no lo dejan vivir normalmente.

7. Siente hastío y no encuentra sentido a su vida.

8. Siente una agresividad que no puede controlar, aunque sabe que puede desencadenar situaciones difíciles.

9. Cree que el mundo está en su contra.

De esta forma, la psicóloga docente de la U. San Sebastián explica que “la psicoterapia debiera ayudar en primer lugar, a comprender el sentido que tiene el síntoma en la vida de una persona. En segundo lugar, al ser comprendido desde una perspectiva teórica y ser trabajado técnicamente, es posible evaluar su impacto y sus posibilidades de tratamiento”. Así, lo importante de la psicoterapia es la participación activa de la persona en el cambio requerido para la remisión de la sintomatología, enfatiza María Ester Buzzoni.