Tina Kiefer
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Mira un instante los dibujos sobre estas líneas. ¿Descubriste qué tienen en común? Sí, todos son hombres, pero más aún, representan nuestra visión de un líder.

Curiosamente, si te hubieran pedido dibujar a una persona con capacidad de liderazgo, con toda probabilidad también habrías dibujado a alguien de rasgos masculinos, sin importar que seas hombre o mujer. Este fue el resultado que -accidentalmente- descubrió la profesora en comportamiento organizacional de la Universidad of Warwick, Tina Kiefer.

“Incluso cuando no se hace ninguna alusión en torno al género, la gran mayoría de los grupos usan un lenguaje señala a un líder como masculino, en vez de neutro o femenino”, indicó Kiefer al New York Times.

No es el único experimento que ha demostrado cómo los estereotipos afectan nuestra percepción de un líder. Para un estudio de la Universidad de Arizona, se pidió a una audiencia calificar la intervención de los miembros del equipo de ventas de una empresa ficticia. Para nadie será sorpresa que a un integrante que entregaba ideas orientadas al cambio se le calificara como líder, en vez de los que se limitaban a criticar a su equipo.

Sin embargo mientras las audiencias calificaban a los hombres que entregaban ideas como líderes, las mujeres que entregaban exactamente el mismo discurso, palabra por palabra, no proyectaban la misma percepción, ni siquiera para otras mujeres.

“No importa lo que diga una mujer. No aumenta su estatus por compartir su visión, y por ende tiene muchas menos posibilidades de ser considerada como líder”, aseveró el profesor Alfred Lerner, del College of Business and Economics de la Universidad de Delaware.

“La gente tiene en su mente estos estereotipos respecto de cómo luce un líder. Así, cuando vemos a una persona nos preguntamos, ¿calza con mi idea de uno?”, añadió la profesora Elizabeth McClean, a cargo del estudio de la Universidad de Arizona.

Aún más llamativo es el hecho de que el liderazgo aparece totalmente desconectado de otras cualidades. De hecho, la psicóloga de la Universidad de Northwestern, Alice Eagly, indicó que virtudes como la inteligencia, organización o la sensatez suelen reconocerse más en mujeres que en hombres; pero cuando se habla de la capacidad de “hacerse cargo”, esta se convierte casi exclusivamente en una cualidad masculina.

El problema es un círculo vicioso. Dado que solemos ver a hombres en roles directivos, nuestros estereotipos se ven reforzados para seguir pensando de la misma manera. De allí que los primeros pasos para cambiar esta desigualdad pasan por exponer a las personas a más mujeres en roles de liderazgo.