Quizás alguna vez te ocurrió, pero no dimensionaste la gravedad de ello. Aunque para algunos es sólo un comportamiento inapropiado y riesgoso, para otros es otra forma de violencia sexual.

Hablamos de una conducta que la investigadora estadounidense Alexandra Brodsky dijo que ocurre cuando un hombre se saca el condón sin el consentimiento de la mujer -y muchas veces sin que ella lo note- en medio del acto sexual.

Según un artículo publicado en la revista académica Columbia Journal of Gender and Law por Brodsky, esta práctica es bastante común y se debería considerar una agresión sexual.

“La eliminación no consensual del preservativo durante las relaciones sexuales expone a las víctimas a riesgos como un embarazo no deseado y enfermedades de transmisión sexual y, como lo demuestran las entrevistas, es experimentada por muchas mujeres como una grave violación de su dignidad y la autonomía”, señala el estudio.

“Esta eliminación del preservativo, popularmente conocida como ‘stealthing’ (que se puede traducir como ocultamiento o sigilo, en español), puede entenderse como una transformación del sexo consensual en sexo no consensual” añade el estudio, indicando que “en última instancia, es necesario configurar un nuevo delito de ‘stealthing’ para proporcionar a las víctimas una causa de acción más viable y para reflejar mejor los daños causados por la eliminación no consentida del preservativo”.

Pixabay
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En medio del sondeo, Brodsky se encontró con varios sitios web dedicados a recopilar testimonios de víctimas, que compartían sus experiencias al respecto, donde decían sentirse engañadas y pasadas a llevar.

Aunque puede no parecer gran cosa para quien lo hace, la víctima se enfrenta a una experiencia extremadamente violatoria, opina Candice Jalili, columnista del portal de vidda Elite Daily.

Para llevar a cabo su investigación, Brodsky contactó a varias mujeres afectada por este comportamiento para discutir los efectos emocionales y físicos que sufrieron.

Según reveló, una de ellas identificada como Rebecca habló de las consecuencias físicas y psicológicas que sufrió. “Nada de eso le preocupaba a él. No le molestó. Mi embarazo potencial, mi potencial ETS, esa fue mi carga”, enfatizó.

“Saber que fuiste penetrada por alguien que no le preocupaba potencialmente embarazarte sin tu consentimiento o transmitirte una posible ETS provoca algunas reacciones emocionales”, afirma Jalili.

Es más, la experta concluyó en su estudio que el daño a las víctimas tenía que ver principalmente con la ruptura de la confianza, sentirte traicionada, utilizada y despojada de su voluntad.

Unsplash (CC)
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Por otro lado, Brodsky también indagó las razones que tenían los hombres para hacerlo y se encontró con sujetos que justificaban sus acciones diciendo que era un “derecho natural masculino masculino”.

Por ejemplo, uno indicó que el instinto masculino es eyacular dentro de una mujer y que a ningún hombre se le debe negar ese derecho. Mientras, otro dijo que si una chica aceptaba tener relaciones debía aceptar que el chico podía hacer stealthing y que la mujer debe lidiar con eso.

En tanto, una de las víctimas mencionadas en el documento de Brodsky describió el acto como “violación-adyacente”, aunque todavía no se considera una ofensa punible en varios países.

Brodsky concluye su artículo instando a las autoridades estadounidenses -y de otras naciones- a que hagan los cambios necesarios explicando que esta práctica no sólo se siente “violenta”, sino que lo es.

¿Es un agresión sexual?

“Una de mis metas con el artículo, es proporcionar un vocabulario y crear maneras para que la gente hable de lo que es una experiencia muy común que con demasiada frecuencia es sólo calificada como una experiencia de mal sexo en lugar de violencia”, dijo Brodsky al diario Huffington Post.

La autora dijo que quiso estudiar el fenómeno luego de que muchas amigas le contaran que se sintieron “violadas”, pero que no estaban seguras de si fue una “violación”. Por lo mismo, ella pretende con su investigación “luchar contra las formas de abuso que no están consideradas como parte del repertorio de violencia sexista, pero que están arraigadas en la misma misoginia y falta de respeto”.

Brodsky explicó que las víctimas pueden experimentar muchos de los mismos efectos traumáticos que otras víctimas de violencia sexual, pero debido a que esta práctica no está claramente definida como agresión sexual, pueden sentirse confundidas en cuanto a por qué se sienten de esta manera.

Con esto coincide la experta británica Tracey Cox, quien indicó que claramente es una agresión sexual porque “viola el consentimiento condicionado: existe una enorme diferencia entre acceder a practicar sexo con condón y acceder a hacerlo sin él. En el primer caso se trata de sexo con protección, mientras que el segundo te expone a las enfermedades de transmisión sexual que la otra persona tenga, como el VIH, que pone en peligro la vida, o los herpes crónicos”.

De hecho, en países como Suiza se le considera violencia sexual. Por ejemplo, en enero de este año un hombre fue condenado a un año de libertad condicional por “violación” luego de que incurriera en el “stealthing” con una mujer que conoció a través de la aplicación Tinder.