Entre el 15 de junio y 7 de agosto se presentará una antología del destacado artista, desde una acuarela realizada a los 16 años, hasta dos dibujos de 2013.

Sus pinturas, dibujos y acuarelas poseen la fuerza hereditaria del expresionismo alemán y juegan con la contingencia, con sentido de humor y sarcasmo.

“Ulrich Wels, 90 años, 90 obras” se titula la gran muestra antológica que se presentará en el Centro Cultural Las Condes, entre el 15 de junio y 7 de agosto, en homenaje al destacado artista chileno-alemán con una selección de su extenso y extraordinario legado.

Las pinturas y dibujos de Ulrich Welss poseen la fuerza hereditaria del expresionismo alemán y juegan siempre con la contingencia. Es que Welss, como todo artista, es un observador de su entorno y su tiempo y transmite en imágenes aquello que le inquieta o le llama la atención. Con un imaginario propio, toda su obra está cruzada por el hombre y su historia y asume el rol de denuncia cuando los hechos así lo requieren.

La exposición está integrada por 90 obras que comprenden más de 70 años de trayectoria artística, desde una acuarela temprana realizada en Grecia, en la posguerra, a los 16 años de edad, hasta dos dibujos ejecutados recién en 2013. Entre ellos, una vida entera -pinturas, dibujos y acuarelas- da cuenta del estado de alerta permanente que anima a este “joven de 90 años”.

“Revisar la obra de Welss es como leer una crónica visual de las últimas décadas. Como pocos interpreta la contingencia y la traduce a un sistema de imágenes que evoluciona sin perder un ápice de su esencia. Para elaborar su discurso se vale de códigos y técnicas propias que investiga y desarrolla de acuerdo al momento. Así, surge su característico ‘raspado’, un delicado proceso técnico que identifica sus trabajos” – según expresa Francisco Javier Court, director de la Corporación Cultural de Las Condes – “Lo notable es que Welss nunca ha dejado de crear y sus series siempre son un antecedente de lo que vendrá. Esta exposición lo recoge por entero y atraviesa 71 años de obra, dando cuenta del vigor extraordinario que anima a este artista chileno-alemán”.

Organizada por la Corporación Cultural de Las Condes, la muestra es posible gracias al empeño puesto por su hijo Tomás Welss, también artista, que, al igual que su padre, no claudica en la batalla y opta por lanzar sus municiones desde la trinchera de la animación.

Hijo y nieto de pintores aficionados, Ulrich Welss nació en 1926 en Alemania. La familia emigró a Grecia, debido a la inminente Segunda Guerra Mundial, donde el joven recibió la influencia del arte clásico y se desempeñó como músico de jazz. En 1947, a los 21 años de edad, llegó a Chile y desde entonces ha estado fuertemente ligado al medio artístico local. Primero se formó a través de talleres libres en el Instituto Goethe y luego ingresó a la Universidad de Chile. Una vez graduado, fue contratado como profesor en la Facultad de Arquitectura y en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile. Paralelo a su labor docente, desarrolló una obra personal que lo hizo proyectarse dentro y fuera del país.

Sus pinturas de los años 60, posteriores al primer naturalismo académico –señala su hijo Tomás- “apuntan a una búsqueda personal que tiende a raspar, escarbar y hurgar sobre una tela blanca. Este revestimiento blanco que el propio artista utiliza para encubrir los trazos coloridos y sueltos previamente aplicados, son un fundamento, tapiz y cimiento”.

Y agrega: “Recuerdo de niño cómo cubría sus telas coloridas con esa pátina de pintura blanca. Desde mi perspectiva infantil, evoco ese hecho como la propia destrucción, si debo revivir ese acto con mirada cándida y casi temerosa. Sin embargo, era el inicio de una gran etapa creativa que enfatizaba la exploración, conectando lo gestual y riguroso. Una dicotomía que se presenta en algunos procesos creativos al lanzar la primera bofetada imperiosa y gestual, junto al deseo de remozar, controlar y encauzar, posteriormente”.

Aunque la obra de Welss se asocia con frecuencia al expresionismo, para el crítico César Gabler “aspectos plásticos e icónicos lo alejan de los primeros cultores de esa tendencia y lo ponen en sintonía con la obra de aquellos artistas conectados con el informalismo, el arte Bruto y ciertas formas del pop… La superficie de sus pinturas (muros artificiales sobre los que el artista rasca, punza y pinta) lo conectan con Dubuffet”.

El mismo Ulrich explica que un cuadro terminado le proporciona una gran satisfacción, la que no dura mucho. “No lo miro más y con el siguiente me gustaría sobrepasar esta satisfacción. Aguanto la inquieta espera. Las sorpresas surgen de repente, de la mancha, del material, de la línea, y me llevan a soluciones inesperadas. Existe una referencia entre el querer hacer tal o cual cosa y el resultado. A veces es como si saliera de una plumada, de la nada. Los cuadros decisivos no fueron planificados, salieron de una condición nueva”.

Las obras pertenecen al archivo personal del autor, a colecciones particulares, al Museo Nacional de Bellas Artes y Museo de Artes Visuales.

5 de junio al 7 de agosto de 2016
Salas de Exposición. Centro Cultural Las Condes (Apoquindo 6570)
Horario: martes a domingo, 10:30 a 19:00 horas
Teléfono: 2 8969800
Entrada liberada