Temperaturas de hasta 51 °C, suelos rocosos y lechos de ríos secos convierten al desierto de Dhofar, al sur de Omán, en uno de los lugares más inhóspitos de la Tierra. Sin embargo, si eres un astronauta que sueña con ir a Marte, es definitivamente uno de los más atractivos.

Durante todo febrero, 200 científicos de 25 países estarán allí instalados, simulando hallarse en el Planeta Rojo. La misión se llama Amadee-18 y es desarrollada por el Austrian Space Forum (OeWF por su nombre en alemán), una organización conformada por voluntarios que, en base a donaciones y aportes de privados, lleva adelante investigaciones, proyectos y actividades con el objetivo de preparar el viaje a Marte.

“El entorno y el terreno de los desiertos y montañas en Omán son casi una réplica exacta de lo que encontrarías en Marte” explicó el doctor Narasimman Sundararajan al medio de Emiratos Árabes Unidos The National. El experto trabaja en el departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad Sultán Qaboos, institución omaní asociada a la misión.

Karim Sahib | AFP
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Entre los científicos, cinco astronautas análogos están viviendo como si estuvieran en Marte, completamente aislados en las instalaciones de una estación espacial, probando los equipos y trajes espaciales. Ellos serán los encargados de desarrollar 16 experimentos en diversas áreas, como salud física y psicológica, logística, geología, botánica o tecnología.

El estricto protocolo de la simulación incluye el retardo en las comunicaciones que provocarían los 225 millones de kilómetros entre ambos planetas: cada mensaje enviado a la base de control ubicada en Innsbruck, Austria, se demora 10 minutos en llegar.

Las expectativas son altas, pero el optimismo también, y no es un secreto que el reciente éxito de SpaceX con el lanzamiento de su cohete es un factor decisivo. Según declaró a ABC News Kartik Kumar, uno de los astronautas, eso “nos puso en una situación completamente diferente acerca de lo que podemos llevar al espacio profundo, lo que podemos enviar a Marte”.

Karim Sahib | AFP
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Amadee-18 es la decimosegunda misión análoga que la OeWF lleva a cabo y su desarrollo puede ser seguido a diario a través de la bitácora en el sitio de la organización.

“Hoy no se realizarán experimentos, así que todos pueden tomarse un descanso y relajarse. Mañana volveremos a toda velocidad con los experimentos” reza la entrada del 14 de febrero, el séptimo día desde que comenzara la fase de aislamiento el 8 de este mes.

Tecnología de otro mundo

Aunque sea un lugar común, vale la pena decirlo una vez: las instalaciones y los equipos de Amadee-18 recuerdan lo que tantas veces hemos visto en innumerables películas acerca de Marte. Un buen ejemplo es Rover, un robot ultra rápido con un modelo inspirado en la dinámica de una planta rodadora que usa energía eólica.

También está el traje espacial de última generación que usarán los astronautas. Se llama Aouda, pesa 50 kilos y es conocido como “nave espacial personal”, porque su avanzada tecnología permite respirar, alimentarse y llevar a cabo experimentos científicos dentro de él.

Su visor muestra al usuario mapas, información y comunicaciones. Incluso contempla aquello que siempre nos preguntamos al ver a alguien dentro de un traje espacial: qué pasa si le pica la nariz. No hay problema, porque el casco incluye una pieza de espuma azul frente a la mejilla para limpiarse la nariz y la boca.

Las instalaciones consisten en un hábitat inflable gigante de 2,4 toneladas con iglús rodeados por contenedores que funcionan como laboratorios y cuarteles del equipo. Esta base fue bautizada Kepler, en honor al astronauta del mismo nombre.

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La misión replicará muchos de los procedimientos geofísicos que los científicos usarían en Marte, de entre los cuales el doctor Sundararajan destacó los relativos a la extracción de agua. En el Planeta Rojo, el líquido no se encuentra disponible en mares o ríos, sino que posiblemente en áreas similares a las del desierto de Dhofar. “Creemos que los métodos usados en Omán podrían emplearse de la misma forma en Marte” explicó Sundararajan.

Otra parte importante de los experimentos estará destinada a probar cómo los astronautas se ven afectados física y psicológicamente por las condiciones del Planeta Rojo.

Además, Amadee-18 servirá para testear nuevas tecnologías, como un invernadero hidropónico diseñado para el cultivo de alimentos en Marte, equipos de radiocomunicación adaptados para funcionar en áreas de baja gravedad y un nuevo sistema de navegación.

Objetivo final: Marte

Los ambientes más hostiles de la Tierra son apreciados por las agencias espaciales, las que los conocen como “análogos”, debido a que emulan las complejidades y riesgos que pueden encontrarse más allá de nuestro planeta.

Lugares como los oscuros desiertos de la Antártica, los cráteres volcánicos de Hawai o Siberia han servido para replicar el aislamiento y las condiciones climáticas extremas de otros planetas y ajustar cápsulas, trajes y Rovers.

En palabras de Joao Lousada, oficial adjunto que participa como controlador aéreo en el proyecto de Omán, en las locaciones análogas “puedes testear los sistemas y determinar dónde está el punto de quiebre, puedes ver en qué momento las cosas fallan y qué decisiones de diseño debes tomar para que no fallen en Marte”.

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El desierto de Mojave es el lugar escogido por la Nasa para desarrollar pruebas de Rovers y otras tecnologías, además de avanzar en el análisis de la adaptación de los seres humanos en el clima marciano. De acuerdo con Scott Hubbard, quien dirigió el primer programa para Marte de la Nasa en 2000, “la adaptabilidad de los humanos en un ambiente desestructurado sigue siendo infinitamente mejor que la de cualquier robot que podamos enviar al espacio”.

Por su parte, la Agencia Espacial Europea (ESA) tiene en su lista de sitios análogos proyectos en Perú, Sudáfrica, Italia, Estados Unidos, Rusia, China, India, Alemania y España, entre otros. En Chile, el desierto de Atacama es uno de los lugares elegidos por la ESA para simular el ambiente de Marte. Allí fue que en octubre de 2013, la agencia completó una prueba de cinco días con un rover llamado SAFER.

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Más allá de las fronteras y las diferencias, todos los esfuerzos se dirigen a un objetivo común: Marte. A esto apunta Gernot Groemer, presidente del OeWF y jefe de la expedición en Omán, cuando dice que “no importa quién va a ir a ese, el más grande viaje que hará nuestra sociedad; creo que un par de cosas que aprenderemos aquí se implementarán en esas misiones”.

Groemer ha participado en las 11 misiones análogas que precedieron a la Amadee-18, así que vale la pena escucharlo, sobre todo ahora, cuando la meta se ve más cerca que nunca. Como dice Joao Lousada, “la primera persona que caminará en Marte ya ha nacido y podría estar yendo en este momento a la escuela en Omán o en Europa, en Estados Unidos o en China”.