La exposición “Ofrenda a Mis Desaparecidos Pueblos” esta abierta al público en la Sala Joaquín Edwards Bello del Centro Cultural Estación Mapocho, hasta el 01 de febrero y del 24 de febrero al 9 de marzo, de 11:00 a 14:00 y de 15:00 a 20:00, entrada liberada.

La muestra consiste en una serie de fotografías digital color que constituyen un recorrido alegórico por la región de Atacama con el propósito de recomponer un vínculo con el pasado y hallar un nuevo imaginario de reminiscencias pictóricas y ornamentales, enmarcado en un sentido de lo paródico, lo mortuorio festivo, lo erótico-culinario y lo religioso, mediante la técnica del fotomontaje.

La obra según su autor

“Es el regreso  a un territorio perdido o, mejor dicho, el regreso de lo perdido que vuelve en forma de ruina, trozos mínimos de realidad anacrónica, que como una fotografía, son partes de una totalidad inabarcable.

Lo que se puede recomponer con todo esto, adquiere la forma de un simulacro, una farsa, un saber nuevo, otra cosa muy distinta, y la ofrenda aparece como esa posibilidad de  establecer un vínculo con lo que se ha ido, para comenzar, el pueblo de carrizal Alto -donde nació mi abuelo paterno- luego  Chañarcillo, Tres Puntas y Puquios, todos pueblos decimonónicos y hoy borrados del mapa y la memoria.

Las imágenes, las fotografías en su condición taxonómica, arqueológica  y alegórica, buscan ser ellas mismas la ofrenda, también el acto de construirlas, para decantar en maquinarias paródicas  de un cuadro fuera de tiempo, que nos remite más bien, a eras imaginarias antes que a un pasado posible. Con esto, aparece el sincretismo cultural,  los sueños de riqueza, los lujos y la abundancia que decretó toda búsqueda y explotación minera-  tanto imperial como transnacional-  que era finalmente, lo que sustentó  el sentido primario de estos pueblos, atravesados además por fuerzas mítico vernacular, cristianas – ecuménicas y una suerte de afán cosmopolita del nuevo rico.

Para la mayoría de sus habitantes, esa promesa o sueños, fue solo una des-ilusión, un espejismo, que  terminó diluyéndose en el vacío del paisaje Atacameño; una exuberancia de imaginarios, versus el vacío del entorno que termina por engullirlo todo.

El cuerno de la abundancia, CORNUCOPIA  y la ofrenda religiosa son los únicos que regresan como posibilidad de conocimiento  y resistencia, ante la fragilidad existencial y de la creación humana, que en un terreno árido y exacerbado, se hizo más evidente.

El deseo de transformación y trascendencia se oculta en las cosas, en los objetos  perdidos, negados por la historia y  su memoria”.