Si hubiese que calificar en una palabra lo sucedido con el proyecto de primarias, solo una encierra a cabalidad lo acontecido: derrota. Y es que, dejando de lado las presidenciales, la decisión de la mayoría de los partidos, exceptuando RN que mantuvo 10 elecciones internas, decidió no efectuar este proceso que fomentaba, en parte, la participación ciudadana.

La UDI, probablemente cegada por apostar todas sus fichas a la candidatura presidencial de Pablo Longueira, prefirió que nuevamente una decena de individuos escojan los candidatos, algo que no extraña ya que siempre han sido partidarios de una democracia, pero protegida de la ciudadanía. ¿Y la oposición? Se defienden con que “es más difícil llegar a acuerdos entre 7 partidos”, pero entonces ¿Cómo pretenden gobernar si esto es así? ¿Podrán ponerse de acuerdo para políticas públicas ante un eventual gobierno, por ejemplo?.

A la hora de buscar responsables se encuentra los intereses de partidos y sus figuras, que le tienen temor a la competencia. Algo irónico: hablan de democracia, pero no quieren someterse al escrutinio de los ciudadanos. Muy raro lo de nuestros políticos, que una vez más nos demuestran que actúan tal como se les caricaturiza, es decir, como personas que se sienten en el olimpo por encima de los ciudadanos y que, por lo mismo, encuentran impropio que sean éstos los que decidan si merecen ser o no legisladores.