Cerca de las 9 de la noche, tal como estaba pactado, comenzó el concierto del cantante juvenil, Justin Bieber, con un Estadio Nacional repleto.

Desde muy temprano comenzaron a llegar los miles de fans del artista canadiense hasta el reducto ñuñoíno, en su gran mayoría niños y adolescentes acompañados por un gran número de padres.

Estos últimos permanecieron pacientemente en las afueras del principal coliseo del país, a pesar de la larga espera, asegurando que por la felicidad de los pequeños, cualquier sacrificio vale la pena.

A pesar del gran movimiento en el ingreso del estadio y el fervor de las fanáticas, todo se desarrolló en completo orden.