Ollanta Humala, virtual presidente electo del Perú, enfrenta desde este mismo lunes un doble desafío: dar señales en un país fuertemente polarizado para la conciliación política y para tranquilizar a los mercados, cuya fuerte caída provocó la suspensión de operaciones en la bolsa.

Humala, de 48 años, proclamó en la noche del domingo al lunes su victoria electoral, que su contrincante Keiko Fujimori aún no reconoció, mientras que el lento escrutinio oficial daba esta mañana una ventaja al ex militar de izquierda de 2,68% sobre la hija del ex presidente de Alberto Fujimori, con el 89% de los votos escrutados (51,34% contra 48,66%).

Fujimori declaró que reconocería la derrota cuando así lo señalaran los resultados oficiales.

Las operaciones en la Bolsa de Lima fueron suspendidas en la mañana del lunes tras caer 8,71% en su apertura, siendo los principales títulos mineros los más afectados: Austral caía 17,8%, Atacocha 15,6% y Volcán 15%.

El candidato conservador derrotado en la primera vuelta y ex titular de Economía, Pedro Pablo Kuczynski, había advertido que “los frenos están en la minería”, refiriéndose a una propuesta humalista de aplicar un impuesto a las sobreganancias de las empresas mineras, un aspecto central de su programa.

La caída de la Bolsa era previsible, e incluso el domingo Félix Jiménez, jefe del plan económico de Humala, señaló que el Banco Central de Reserva (BCR-Central) o el ministro de Economía debían prever medidas para evitar el caos en la jornada de este lunes.

Cuando aún no termina el conteo de votos se multiplican las presiones para que Humala anuncie los nombres de las personas que ocuparán los cargos de Primer Ministro y de ministro de Economía.

La analista Cecilia Blume señaló este lunes que “el presidente electo tiene que decir ya mismo quien va a estar en el BCR (Banco Central de la Reserva), como ministro de Hacienda y como primer ministro”.

Las incertidumbres en el mercado tienen que ver con la incógnita que representa Humala, un ex golpista que en la elección presidencial de 2006 recibió un fuerte apoyo del presidente venezolano Hugo Chávez, espantajo del sector privado.

Aunque Humala tomó distancia de Chávez y presentó un programa moderado, sus propuestas iniciales de estatización y reforma de la Constitución generaron desconfianza sobre sus verdaderas intenciones.

En la noche del domingo, Humala se mostró conciliador en su discurso de la victoria, ante miles de sus partidarios reunidos en la plaza 3 de mayo de Lima.

Prometió que “continuará con el crecimiento económico, y que este crecimiento sea el gran motor del desarrollo social del país”, para tranquilizar a los inversores.

Dijo también que su gobierno convocará “a los mejores técnicos independientes para poder hacer un gobierno de concertación, de ancha base, donde nadie se sienta excluido”.

Pero este lunes, su compañero de fórmula, el candidato a la vicepresidencia Omar Chehade, desató temores de que la polarización se agudice, al declarar que el ex presidente Alberto Fujimori, condenado en 2009 a 25 años de prisión que cumple en una unidad policial en Lima, debe ir a una cárcel común.

“Alberto Fujimori no está en una cárcel, está en un centro de recreación de la Policía y no es apropiado para una persona que ha cometido delitos graves” de corrupción y violación de los DDHH, dijo Chehade en una entrevista con América Televisión.

“No es apropiado tenerlo en una cárcel donde es su centro de campaña, donde planta flores, donde recibe grupos musicales; evidentemente ésta es una desproporción creada por este gobierno”, añadió el virtual nuevo vicepresidente.